Una hora más para dormir… o para trabajar sin cobrarla

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Los cambios de hora siempre generan reacciones de todo tipo. Desde los que celebran que podrán dormir una hora más a los que prefieren esa hora extra para alargar la marcha del sábado. Pero también los hay que tienen poco que celebrar, incluso que maldicen cada año el último sábado de octubre. Son todos aquellos a los que les toca trabajar en ese fatídico tramo del cambio horario y que, por diversas circunstancias, se quedan sin cobrar esos 60 minutos.

Aunque el problema no es general. En el caso de trabajadores con contrato fijo no suele haber damnificados, ya que esa hora la recuperan cuando se vuelve a cambiar el horario, el último sábado de marzo de cada año.

El conflicto llega con los empleados temporales, aunque tampoco en todos los casos. Los trabajadores sujetos a un contrato por horas no tienen problema alguno. Si hacen una hora más, la cobran. El conflicto de verdad se presenta con los profesionales de sectores como la sanidad, la hostelería o el comercio. En estos casos el empleado sí trabaja gratis esa hora que regala cada año el último sábado de octubre. Un regalo envenenado para ellos. Mientras el resto de la población celebra esa hora extra, ellos la tienen que trabajar sin percibir nada a cambio. El refrán de que nunca llueve a gusto de todos se escenifica perfectamente en este caso. 

Los datos del INE indican que cerca de un millón de personas tienen habitualmente horario nocturno en España. La suma de pagarles esa hora más que trabajan supondría una cantidad aproximada de 21 millones de euros. No estamos hablando, por tanto, de una cuestión sin importancia. Esos 60 minutos se pueden cuantificar económicamente y el total es una suma en absoluto desdeñable. El cambio horario, por tanto, puede ser motivo de celebración o causa para lamentarse.

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