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El famoso que salió en ‘MasterChef’ y tuvo que huir de España por un culpa de una deuda millonaria

'MasterChef' es uno de los programas más vistos de TVE

Sergi Arola fue miembro del jurado en 'MasterChef' en Chile

El cocinero se ha enfrentado a muchos problemas económicos

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Nochevieja en Castilla y León: el fenómeno que dejará a estas ciudades 'congeladas' sin remedio

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Los miembros del jurado de 'MasterChef'. (Foto: TVE)

Durante años, el mundo de la gastronomía española ha vivido un crecimiento sin precedentes impulsado, en gran medida, por su proyección mediática. Programas como MasterChef han convertido a los cocineros en auténticas celebridades y han llevado la alta cocina a millones de hogares. Figuras como Jordi Cruz, que continúa vinculado al formato tras trece años como jurado, son el ejemplo más visible de ese fenómeno: aunque fue el chef más joven en conseguir una estrella Michelin, su salto definitivo a la fama llegó cuando fichó por el concurso televisivo, donde dejó de ser un nombre conocido solo por el público especializado.

Sin embargo, no todas las historias asociadas a ese éxito mediático han tenido un desenlace amable. Detrás del brillo de los focos y del prestigio de las estrellas Michelin se esconden, en muchos casos, estructuras empresariales frágiles, inversiones de alto riesgo y una presión constante que no todos logran sostener. Uno de los casos más paradigmáticos es el de Sergi Arola, un chef que también pasó por el universo MasterChef y que, en su momento, representó como pocos la vanguardia y el éxito de la cocina española.

Los problemas de Sergi Arola

Durante buena parte de los años 2000, el nombre de Sergi Arola fue sinónimo de innovación, talento y modernidad. Con varias estrellas Michelin avalando su trayectoria y un estilo personal que conectaba con el gran público, se convirtió en uno de los cocineros más reconocibles del país. Su carisma natural lo llevó pronto a la televisión, donde su participación en programas gastronómicos terminó de consolidar su imagen de chef estrella.

Arola no sólo era respetado en el ámbito profesional, sino que había conseguido algo poco habitual: ser conocido y reconocido por personas ajenas al mundo de la gastronomía. Compartió protagonismo con otros cocineros mediáticos y su presencia en formatos de gran audiencia reforzó la sensación de que su carrera estaba sólidamente asentada. Sin embargo, mientras la figura pública crecía, la realidad empresarial que sostenía sus restaurantes comenzaba a resquebrajarse.

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Sergi Arola posando. (Foto: Gtres)

El golpe llegó de forma progresiva, pero implacable. La maquinaria económica que mantenía sus proyectos empezó a fallar y las deudas se fueron acumulando hasta volverse insostenibles. Hacienda y la Seguridad Social pusieron el foco en sus negocios, iniciando intervenciones por impagos que terminaron por hacer pública una situación límite. Las cifras que trascendieron entonces hablaban de cantidades cercanas al millón de euros, una losa difícil de asumir incluso para un cocinero de primer nivel.

La alta cocina es un terreno tan exigente como implacable. Requiere inversiones constantes, equipos amplios, productos de máxima calidad y una estructura financiera sólida. Cuando algo falla, el margen de maniobra es mínimo. En el caso de Arola, el éxito mediático no fue suficiente para compensar una estructura empresarial que se había vuelto ingobernable. El prestigio no pagaba las facturas y el reconocimiento público no detenía los embargos.

Sergi Arola tomó una decisión importante

Ante un escenario que parecía no tener salida, Sergi Arola tomó una decisión drástica: abandonar España. Lejos de intentar recomponer una situación que lo desbordaba bajo el escrutinio constante de los medios, optó por poner tierra de por medio y empezar de nuevo. No eligió una capital europea ni el circuito habitual de chefs internacionales, sino Chile, un destino lejano tanto geográfica como simbólicamente.

A más de 10.000 kilómetros, el cocinero encontró algo que había perdido: silencio. Sin el peso del pasado y lejos de los titulares incómodos, pudo reconstruir su imagen y volver a conectar con el público desde otro lugar. En Latinoamérica recuperó su faceta televisiva como jurado en programas de gran audiencia como MasterChef Chile, El discípulo del chef o Parrilleros Space, donde reapareció el Arola comunicador, cercano y apasionado, que en España había quedado eclipsado por los problemas económicos.

La gran oportunidad del chef

La verdadera reconciliación de Sergi Arola con su profesión llegó, como no podía ser de otra forma, desde la cocina. En Santiago de Chile abrió Lola by Arola, un restaurante que apostaba por una propuesta sencilla y reconocible: croquetas, pulpo, pan con tomate y otros clásicos de la gastronomía española. Lejos de la sofisticación extrema y de los artificios de la alta cocina, el proyecto reivindicaba el valor de lo esencial.

Más que un negocio, Lola by Arola fue una declaración de intenciones. Supuso volver a empezar desde cero, apoyándose en la experiencia acumulada, pero también en una nueva forma de entender el oficio, menos condicionada por la presión y más cercana al disfrute. Ese cambio de enfoque marcó el inicio de una etapa más serena.

En estos momentos, Sergi Arola vive lejos de embargos, cierres y titulares incómodos. Ha regularizado su situación, ha reconstruido su carrera y ha recuperado algo que durante años parecía inalcanzable: la tranquilidad de dedicarse a lo que mejor sabe hacer. Su historia es también un ejemplo de que el éxito mediático no siempre garantiza estabilidad y de que, en ocasiones, alejarse es la única manera de volver a encontrarse.

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