Ana Julia, sonriente antes del arranque del juicio, rompe a llorar cuando entra el jurado popular
Ana Julia Quezada ha llegado a las 8.50 al Palacio de Justicia de Almería en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.
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Con un posado relajado, incluso con alguna sonrisa, Ana Julia Quezada ha entrado a la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Almería poco más tarde de las doce del mediodía. La única acusada por el crimen del pequeño Gabriel Cruz Ramírez, conocido como ‘El Pescaíto’, sólo ha disimulado su fría sonrisa con unas leves lágrimas cuando la magistrada, Alejandra Dodero, ha dado paso a los miembros del jurado popular que determinarán si la acusada cometió un homicidio o un asesinato. El matiz no es baladí. De ello depende que Ana Julia se pase el resto de su vida entre rejas.
Antes del arranque del juicio, mientras los medios gráficos tomaban imágenes, la acusada ha estado hablando con su abogado Esteban Hernández Thiel. Imágenes de complicidad entre ambos. Su defensor ha sido una de las únicas personas que le ha visitado, durante el año y medio que ha estado privada de libertad, en la cárcel almeriense de El Acebuche.
Ana Julia Quezada ha llegado a las 8.50 horas, al Palacio de Justicia de Almería, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad. En sus anteriores traslados al juzgado, tras su detención, se habían producido concentraciones por parte de vecinos y amigos de la familia. La Audiencia de Almería prevé su declaración este lunes, aunque podría postergarse a mañana martes.
El jurado popular, que ha sido elegido las horas previas al arranque del juicio, lo forman siete mujeres y dos hombres. Otra mujer y otro hombre actúan como suplentes de los titulares. Ellos tendrán que dirimir, tras escuchar el testigo de la acusada, los familiares del menor y la treintena de testigos, cuál fue el papel de Ana Julia Quezada el 27 de febrero, cuando se produjo el crimen.
Durante la lectura del escrito de acusación, se ha detallado lo que ocurrió tanto el día de la desaparición y el asesinato de Gabriel Cruz como durante los doce días de búsqueda. El relato demuestra el ensañamiento de la acusada y el dolor causado a la familia del menor durante las semanas en que estuvieron buscando al pequeño, con la esperanza de encontrarlo con vida. La propia Ana Julia alimentaba esas esperanzas.