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El alimento que cambia de sabor en España a partir de hoy: está en todas las casas

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Hay un alimento que todos consumimos a diario, y cuyo sabor cambia a partir de este viernes por una normativa aprobada hace tres años, en abril de 2019. Su puesta en marcha se pospuso hasta 2022 para que los fabricantes tuvieran tiempo para adaptar los procesos productivos. Hablamos del pan, y la normativa limita su contenido máximo de sal para que sea «más saludable y ofrezca las máximas garantías a los consumidores».

La normativa de calidad del pan se aprobó en abril de 2019a través del el Real Decreto 308/2019 y entró en vigor el 1 de julio de dicho año. La medida relativa al contenido de sal del pan se pospuso hasta este viernes para que los fabricantes pudieran adaptar sus productos productivos.

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el aplazamiento pretendía «evitar que se produjera una afección al consumo del pan y favorecer que el sector productor pudiera ir modificando las recetas de sus panes y los etiquetados de los mismos».

En un comunicado, el Ministerio indica que la normativa establece que el contenido máximo de sal en el pan común como producto acabado debe ser de 1,31 gramos de sal por cada 100 gramos si se analiza a través de determinación de cloruros o de 1,66 gramos de sal por cada 100 gramos si se analiza mediante determinación de sodio total.

Además, la normativa recoge requisitos más estrictos para determinar cuándo un pan puede ser considerado integral. Desde este viernes, la harina utilizada para su elaboración debe ser 100% integral. Para los panes integrales o de otros cereales que no están elaborados en exclusiva con esta harina, existe la obligación de indicar en el etiquetado el porcentaje de harina.

Panes «más saludables»

Tal y como explica el Ministerio de Sanidad, «la norma de calidad del pan supuso una actualización normativa que había sido demandada por parte del sector productor y que respondía a dar las máximas garantías a los consumidores en cuanto a los productos que consumen».

Además, en ella se incluyen un conjunto de medidas para «definir de manera clara e inequívoca determinados productos como son los panes integrales, los panes de cereales o semillas distintos al trigo, así como a distintas formas de elaboración, como la artesana o la realizada con masa madre».

La nota concluye con lo siguiente: «Previamente a la aprobación de esta norma, el sector panadero llevaba años abordando de manera voluntaria la reducción de los contenidos de sal en sus productos, convencidos de la necesidad de hacerlos más saludables para los consumidores».

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