Covite recuerda que ETA «asesinó a 853 personas» y no a 758 como la banda ha asumido

En un comunicado, Covite ha recordado que la banda "asesinó a 853 personas, hirió a 2.597, extorsionó a unas 10.000 y forzó al exilio a 100.000 para defender un proyecto político antidemocrático y totalitario".

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Consuelo Ordóñez
Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite.

El Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco, Covite, cree «inaceptable» que ETA no haya reconocido, en su último Zutabe –boletín interno de la banda–, que «asesinó a 853 personas», y solo asuma 758 crímenes.

El diario ‘Gara’ ha publicado, en su edición de hoy, una información en la que apunta que ETA elaboró un último Zutabe, fechado un mes antes de su disolución, en el que solo admite que ha asesinado a 758 personas en sus atentados, alrededor de un centenar menos de las que le atribuyen el Ministerio del Interior y las asociaciones de víctimas.

En su boletín interno, la banda ha reconocido dos atentados que no había reivindicado hasta el momento y que se suman a los 2.604 que ya había asumido con anterioridad. Se trata del asesinato de tres personas en Tolosa (Gipuzkoa) en 1981, a las que confundió con policías; y la acción terrorista en la que hizo estallar un potente artefacto explosivo en 1974 en el interior de la cafetería Rolando, situada en el número 4 de la calle del Correo de Madrid, a pocos pasos de la Dirección General de Seguridad, en la que fallecieron 13 personas.

En un comunicado, Covite ha recordado que la banda «asesinó a 853 personas, hirió a 2.597, extorsionó a unas 10.000 y forzó al exilio a 100.000 para defender un proyecto político antidemocrático y totalitario». Además, considera «una humillación» para las víctimas del terrorismo que «su propaganda» se difunda antes del ‘Día de la Memoria’, que se celebra el 10 de noviembre. «Esto supone que «la memoria que quieren construir los terroristas se basa en el blanqueamiento de su pasado criminal», apunta.

El colectivo presidido por Consuelo Ordóñez ha denunciado, una vez más, «el asesinato selectivo y sistemático de centenares de personas en el contexto de un conflicto inexistente que los herederos de ETA se empeñan en mantener para fundamentar su historia y blanquear su responsabilidad sobre los crímenes cometidos».

Covite ha calificado de «inadmisible» también que la banda, en su balance de atentados, «no haya admitido su primer asesinato», el del guardia civil José Antonio Pardines, «mientras que ha afirmado que la muerte de su asesino, Txabi Etxebarrieta ‘dejó honda huella en la sociedad vasca’».

«El crimen que cometió Etxebarrieta abrió la veda de la sangrienta trayectoria criminal de la banda terrorista. La responsabilidad histórica en la trayectoria de ETA de Txabi Etxebarrieta es decisiva, por eso es especialmente grave que se le siga encumbrando como a un héroe», ha manifestado.

Asimismo, critica que la organización terrorista «justifique su existencia aireando mentiras, como que era la única organización que hacía frente de forma firme al régimen de Franco». «ETA no surgió como respuesta al franquismo –prueba de ello es que la mayoría de sus crímenes los cometió en democracia–, sino para imponer un proyecto político nacionalista, totalitario y excluyente», ha indicado.

Según ha apuntado, «perpetrar crímenes estaba en la intención fundamental y en el credo fundacional de ETA». También ha lamentado que ETA haya omitido «una estrategia criminal decisiva» en su trayectoria, como fue la de «la socialización del sufrimiento», cuyo objetivo «era eliminar a sus adversarios ideológicos, a los que no estaban dispuestos a someterse a las consignas del nacionalismo vasco radical».

Covite denuncia que la banda no haya asumido tampoco que «las estrategias de terror no las escribía la ETA militar, las escribía la ETA política, aquélla que fue ilegalizada durante unos años por ser parte del entramado de ETA y que ahora está en nuestras instituciones».

Por otra parte, en alusión a la declaración de «petición de perdón» de la banda del pasado mes de abril, que se recoge en el Zutabe, la asociación de víctimas califica de «muy injusto y cruel que ETA dividiese a las víctimas entre culpables e inocentes, y pidiese perdón solo a aquellas que ‘no tenían una participación directa en el conflicto’».

Además, ha reprochado que «se continúe difundiendo propaganda de ETA» porque «supone una prueba más de que la banda terrorista sigue contaminando el espacio público y de que se ha disuelto sin repudiar su trayectoria criminal ni condenar el proyecto político totalitario y excluyente que quisieron imponer por medio de las armas».

Por ello, ha remarcado que este «proyecto político totalitario se persiga, con terrorismo o sin él, es antidemocrático, porque se basa en la exclusión y limpieza ideológica». «La única aportación que los herederos de ETA deben hacer a la sociedad a la que llevan golpeando medio siglo es esclarecer los más de 350 asesinatos que quedan sin resolver y decir dónde enterraron los terroristas los cadáveres de las víctimas desaparecidas», ha añadido.

Covite ha recordado que exigió que el final de ETA «lo protagonizaran las Fuerzas de Seguridad, deteniendo hasta el último etarra, para que se hubiera evitado la dolorosa foto de Cambó, protagonizada por los terroristas». «El Estado tiene la obligación de dar el mismo final a ETA que al resto de organizaciones criminales», ha afirmado.

Por último, ha advertido de que «hay terroristas que siguen huidos, entre ellos Josu Ternera, y el Estado debe asegurar que el final de ETA no tenga contrapartidas ni para los terroristas ni para el nacionalismo».

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