Cumbre estadounidense de cardiólogos (AHA)

La vanguardia de la cardiología se apoya en los farmacéuticos

Nuevo sistema "sin médicos" en marcha en el Hospital General Mass Brigham para atender a distancia a personas con la tensión alta

Buenos resultados de la atención virtual a pacientes hipertensos y con colesterol alto

Control de la tensión alta
Durante el seguimiento participaron cardiólogos y farmacéuticos expertos en tecnología.

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En una de las sesiones más importantes del último congreso anual de la sociedad estadounidense de cardiología (AHA, por sus siglas en inglés), expertos del Hospital General de Massachusetts han presentado los resultados de su nuevo sistema para atender a distancia a las personas con hipertensión. Los resultados (positivos) han servido como base a una nueva forma de controlar los valores de presión arterial en este centro sanitario. Los farmacéuticos son una parte clave de este modelo.

En la apertura del congreso de la AHA, el presidente de la sociedad científica, Donald Lloyd-Jones hablaba de la sesión sobre hipertensión como una de las más relevantes en el encuentro de este año. Por un lado, por la repercusión que ha tenido la pandemia y, por otro, por las innovaciones en cuanto a cómo los cardiólogos se las han apañado para ayudar a sus pacientes.

En la introducción a la sesión, Anushka Patel, del Instituto George para la Salud Global de Sídney (Australia), ha aclarado que -como el nuevo coronavirus- «la hipertensión no respeta las fronteras». Antes se pensaba que era un problema de países ricos, pero con el tiempo ha alcanzado la categoría de problema de salud pública de primer nivel en todo el mundo. Se calcula que más de 1.000 millones de personas tienen niveles de presión arterial por encima de lo que se considera saludable, «pero solo el 20% de estas personas consiguen controlar la hipertensión de manera adecuada», ha declarado.

En lo que se considera uno de los mayores experimentos de atención sanitaria “en remoto” para el manejo de la hipertensión y el colesterol, un equipo de investigadores y sanitarios del Hospital General Mass Brigham ha conseguido reducir de forma drástica los valores de presión arterial y colesterol en más de 10.000 personas.

En el programa de seguimiento y manejo participaron cardiólogos, farmacéuticos y expertos en tecnología. Con su colaboración, se bajaron los niveles de presión arterial (como promedio de los 10.000 pacientes) de 148/82 hasta 125/72 sin que las personas tuvieran que pasar por la consulta una sola vez.

Los niveles de colesterol (malo) bajaron de una media de 140 a 70 después de que las personas incluidas en el estudio completaran el programa. Estos datos los ha presentado en el encuentro Alexander Blood, cardiólogo del hospital. «Aunque dejamos de recopilar datos de los primeros 10.803 pacientes el 1 de octubre para realizar el análisis, el programa sigue operativo», ha añadido.

El sistema se parece al que llevan los centros de control de coagulación que atienden a muchos pacientes de cardiología y en Estados Unidos se denominan «clínicas de cumadina». Allí se realizan controles similares a los del sintrom que se receta en España y son necesarios para ajustar las dosis con el objetivo de que los pacientes tengan niveles de anticoagulantes dentro del mejor margen de eficacia y seguridad posible.

En el nuevo sistema, se les da a los pacientes una pulsera que mide la presión arterial y se les ofrece formación sobre la manera correcta de hacer mediciones. Los valores medidos por el dispositivo se incorporan automáticamente a un sistema informático que registra la trayectoria de los pacientes y proporciona recomendaciones para ajustar las dosis de medicación que necesitan.

Farmacéuticos al otro lado de la línea

Son los farmacéuticos quienes evalúan cada caso y prescriben o ajustan la medicación sobre un algoritmo que se basa en las guías clínicas. Después, las lecturas de la pulsera permiten ajustar la medicación. En el programa para el control del colesterol la dinámica es parecida. Las decisiones del tratamiento se basan en el perfil de riesgo individual de cada persona y sus objetivos ideales de niveles de colesterol. Después, las pruebas de colesterol determinan si es necesario elevar las dosis o no.

Los profesionales no clínicos -es decir, los que no son médicos- proporcionan el 100% de la atención. Los pacientes son referidos a un especialista si es necesario. Con los resultados que han obtenido hasta el momento, han decidido que, aunque el estudio haya concluido, el sistema va a seguir en marcha. «El programa ahorra a los servicios sanitarios una ingente cantidad de trabajo. Hemos integrado más de 400.000 lecturas de valores de presión arterial y el resultado de 125.000 analíticas, con un promedio de 2,5 cambios de medicación para hipertensos y 1,7 para pacientes con hipercolesterolemia; el manejo a distancia ha incrementado la implicación de los pacientes, ha estandarizado el tratamiento y nos ha permitido atender a más pacientes, incluyendo a segmentos de población normalmente infratratados; vamos a mantener y a extender el programa», ha dicho Blood.

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