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La nueva normativa europea amenaza con eliminar las alternativas para dejar de fumar

Expertos proponen emplear los impuestos como una herramienta de salud, con más carga fiscal para los productos más dañinos y menor para sus alternativas

Desde el 1 de abril los productos de nicotina, que incluye tanto cigarrillos electrónicos como bolsas de nicotina, pagan impuestos especiales en España

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Un reciente debate de expertos ha servido para el análisis de la heterogénea situación de la normativa en cuanto a productos con nicotina y el análisis de los mejores ejemplos de legislación para lograr reducir los daños derivados de su consumo. En él han participado Andrzej Fal, jefe del Departamento de Alergia, Enfermedades Pulmonares y Enfermedades Internas del Instituto Nacional de Medicina del Ministerio del Interior de Varsovia; Clive Bates, exdirector de Action on Smoking and Health (Reino Unido); Damian Sweeney, presidente del grupo de consumidores Nicotine Alliance de Irlanda, y Karl Erik Lund, investigador del Instituto Noruego de Salud Pública.

En su encuentro han partido de la enorme disparidad normativa en materia de productos con nicotina para analizar las mejores fórmulas en términos de salud y emitir recomendaciones.

De hecho, Fal partía de que los estados de la Unión Europea deberían llevar a cabo estudios sobre el daño específico asociado a cada producto que será regulado por la nueva directiva y, puesto que esos estudios llevan tiempo, basar las políticas en los ejemplos que ofrecen las experiencias de otros países y en las evidencias científicas ya disponibles.

Algunos ejemplos

Por su parte, Bates ofrecía el balance de las medidas adoptadas en Suecia a partir de un estudio publicado en la revista científica Harm Reduction Journal, mostrando que el nivel de tabaquismo en el país es muy bajo, aunque el uso de nicotina es elevado. Comparó esos datos con los de Alemania, donde el nivel de tabaquismo es alto y el de uso de nicotina mucho más reducido, ya que no hay realmente alternativas a los cigarrillos.

En ambos países se ha logrado reducir el cáncer de pulmón, pero en Suecia la reducción ha sido sustancialmente más drástica (la tasa es la mitad que la de Alemania), con menos fumadores. Lo mismo sucede con el cáncer de boca. Por otra parte, la Unión Europea ha prohibido lo que sí está permitido en Suecia, el snus como una importante alternativa.

Por ello, en Reino Unido, el servicio de Salud Pública se ha apoyado en los vapeadores como una herramienta clave para reducir las tasas de fumadores. Por otro lado, en Japón, la introducción del tabaco calentado ha provocado una drástica disminución en el número de fumadores, siendo este avance, en gran parte, atribuido al uso de estas alternativas.

En palabras de Bates, estos son los datos que avalan la teoría de que «la gente fuma por la nicotina, pero muere por el alquitrán». Sweeney lo resumía asegurando que «no es buena idea imponer restricciones a productos que, de hecho, ayudan a dejar de fumar».

La polémica de los sabores

En cuanto a la controvertida cuestión de los sabores (prohibidos por una supuesta capacidad de atracción a los jóvenes), recordaba que «a los adultos también nos gustan los sabores agradables», y apuntaba que parte del atractivo de las alternativas a los productos de combustión, como los cigarrillos electrónicos, es la posibilidad de usar nicotina sin tener que soportar el sabor del tabaco quemado.

Asimismo, añadía: «Los reguladores trabajan para los ciudadanos, y no al revés, no debemos tener miedo a hacer valer nuestros derechos».

Legislación paternalista… y perjudicial

Los expertos también han analizado la conducta de los fumadores para analizar cómo la normativa puede ayudar a fomentar productos más seguros sin basarse en prohibiciones ni reforzar el estigma social sobre quienes consumen nicotina.

Karl Erik Lund partía de la diferencia entre quienes desean abandonar el hábito y quienes estando informados se inclinan por seguir usando nicotina por sus efectos psicoactivos. Los motivos de esas personas han sido desgranados por Neal Benowitz, profesor de la Universidad de California en San Francisco, quien vaticina -recordaba Lund- que es poco probable que el consumo de nicotina descienda, y mucho más que vaya aumentando con el tiempo.

Bates no asocia necesariamente los planes normativos ineficaces con malicia sino con el hecho de que «muchas de las ideas sobre regulación de tabaco se forjaron en la década de los 90 del siglo pasado y han quedado, sencillamente, obsoletas».

También ponía de manifiesto la necesidad de establecer objetivos claros: puesto que la reducción de la tasa de fumadores por debajo del 5% de la población en 2025 es algo «que no parece que vaya a suceder», sugiere que se reduzca el daño.

Además, ahora se dispone de una serie de productos que son más seguros que el tabaco convencional, añadía.

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