Dra. Débora Nuevo: «Un solo grado de más puede alterar el equilibrio térmico del cuerpo»
"La temperatura corporal debe descender ligeramente para iniciar el sueño profundo, y el calor ambiental interfiere en ese proceso"
"Anticiparse quiere decir no esperar a tener sed o a sentirse mal para actuar"

Fact checked
Este artículo de OkSalud ha sido verificado para garantizar la mayor precisión y veracidad posible: se incluyen, en su mayoría, estudios médicos, enlaces a medios acreditados en la temática y se menciona a instituciones académicas de investigación. Todo el contenido de OkSalud está revisado pero, si consideras que es dudoso, inexacto u obsoleto, puedes contactarnos para poder realizar las posibles modificaciones pertinentes.
Con la llegada del calor extremo, el cuerpo humano se enfrenta a desafíos que a menudo pasan desapercibidos. Basta con que la temperatura ambiental aumente un solo grado para que el equilibrio térmico se vea alterado: mayor fatiga, insomnio, niebla mental o disminución del rendimiento físico son algunas de las señales que pueden aparecer.
La Dra. Débora Nuevo, médico internista con más de una década de experiencia clínica y jefa asociada durante siete años, analiza los efectos reales del calor en nuestra salud cuando sube algún grado nuestra temperatura. Con formación especializada en enfermedades tropicales, medicina antienvejecimiento y microbiota, la doctora ha orientado su carrera hacia un enfoque integral y preventivo.
Actualmente es especialista en Medicina Interna, Microbiota y Medicina Antienvejecimiento de Olympia Quirónsalud y advierte: «Adaptarse, anticiparse e hidratarse» no son sólo consejos de verano, sino pilares para proteger el cuerpo frente a olas de calor cada vez más frecuentes. Escuchar al cuerpo, dice, es una cuestión de salud.
PREGUNTA.- ¿Qué síntomas físicos nota en su cuerpo cuando la temperatura ambiental se eleva un solo grado por encima de lo habitual?
RESPUESTA.- Aunque pueda parecer insignificante, un solo grado de más puede alterar el equilibrio térmico del cuerpo. Se puede notar una mayor sensación de fatiga, algo más de dificultad para concentrarse y una necesidad más urgente de hidratarse. Además, en personas con sensibilidad al calor, se pueden acentuar síntomas como dolor de cabeza, hinchazón o sensación de piernas pesadas.
P.- ¿Cómo afecta el aumento de la temperatura a su rendimiento físico y su capacidad para realizar ejercicio?
R.- Claramente se reduce. El cuerpo tiene que dedicar más energía a regular su temperatura interna, lo que hace que el rendimiento baje y la percepción del esfuerzo aumente. Hay mayor riesgo de deshidratación, calambres y golpes de calor si no se adapta la intensidad, el horario y la hidratación del ejercicio.
P.- ¿Ha experimentado cambios en su patrón de sueño o en la calidad del descanso con olas de calor?
R.- Sí, como muchos pacientes, noto que duermo peor en noches cálidas. Cuesta más conciliar el sueño y el descanso es más superficial. La temperatura corporal debe descender ligeramente para iniciar el sueño profundo, y el calor ambiental interfiere en ese proceso. Se traduce en despertares más frecuentes, menos descanso reparador y más cansancio al día siguiente.
P.- ¿De qué manera el calor intenso influye en su estado de ánimo, nivel de concentración o fatiga mental?
R.- El calor sostenido puede aumentar la irritabilidad, reducir la tolerancia al estrés y provocar una especie de «niebla mental». Es algo que también observo en consulta: más quejas de agotamiento, dificultad para concentrarse o una sensación general de estar más «bajo de energía».
P.- ¿Qué señales de alerta (mareos, calambres, deshidratación) asocia con la exposición prolongada a altas temperaturas?
R.- Las más frecuentes y peligrosas son los mareos, la sensación de debilidad súbita, los calambres musculares, dolor de cabeza, náuseas y una sudoración que puede pasar a ser ausente en los casos más graves. Son signos de que el cuerpo está sobrepasando su capacidad para compensar el calor y pueden evolucionar hacia un golpe de calor si no se actúa a tiempo.
P.- ¿Qué medidas preventivas (hidratación, ropa, pausas) adopta para mitigar los efectos del calor en su salud?
R.- Procuro mantener una hidratación constante, incluso sin tener sed, con agua y, si hace mucho calor, añadiendo un poco de sal marina o bebidas con electrolitos naturales. Uso ropa clara, transpirable y evito la exposición directa al sol en las horas centrales del día. En consulta, también adapto el ritmo de trabajo y recomiendo pausas frecuentes en ambientes calurosos.
P.- ¿Cree que su entorno laboral o doméstico está preparado para enfrentar veranos más calurosos?
R.- No del todo, pero se intenta. Aunque contamos con aire acondicionado en la consulta, no es la única medida necesaria. Además, muchos hogares y espacios públicos aún no están adaptados para las olas de calor recurrentes que estamos empezando a vivir. Hay que repensar nuestros edificios, horarios y hábitos para adaptarnos mejor al cambio climático.
P.- ¿Qué recomendaciones prácticas sugeriría a otras personas para protegerse de los impactos del calor extremo en el cuerpo?
R.- Tres claves: anticiparse, hidratarse y adaptarse. Anticiparse quiere decir no esperar a tener sed o a sentirse mal para actuar. Hidratarse de forma continua y con agua o líquidos ricos en minerales. Y adaptarse, cambiando horarios, bajando el ritmo, buscando la sombra, ventilando los espacios y escuchando al cuerpo. En mayores, niños o personas con enfermedades crónicas, la prevención es aún más importante.
P.- ¿Qué papel juega el intestino y la microbiota en la tolerancia al calor?
R.- Una buena salud intestinal también influye en la respuesta del cuerpo al estrés térmico. Cuando hay inflamación de bajo grado o disbiosis intestinal, la capacidad de regular correctamente la temperatura, mantener la presión arterial y responder al estrés se ve afectada. Por eso, cuidar la microbiota y la hidratación adecuada —incluyendo minerales como magnesio, sodio y potasio— es una parte esencial de la salud en verano.
Temas:
- calor
- Dolor de cabeza
- Verano