Desvelan cómo el sistema inmune selecciona los mejores anticuerpos para luchar contra las infecciones
Un equipo de investigación estadounidense desvela las relaciones entre las células llamadas linfocitos y su estrategia para protegernos

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Para luchar contra invasores como los virus y las bacterias, las células inmunitarias llamadas linfocitos generan anticuerpos que los reconocen, se unen a ellos y los neutralizan, bien directamente o bien marcándolos para que otras células defensivas acaben con ellos pero… ¿qué pasa si el invasor es nuevo?
Un equipo de investigadores del Instituto Blavatnik, perteneciente a la Universidad de Harvard (Boston, Estados Unidos), liderado por Julia Merkenschlager, está trabajando para desvelar los secretos de cómo el sistema inmunitario selecciona los mejores anticuerpos. Es un proceso de competición y colaboración entre células, explican. La idea es conocer mejor el fenómeno para buscar nuevas terapias que potencien el poder natural del organismo para defenderse de las infecciones.
Como ha advertido la investigadora, aún somos vulnerables frente a algunas de las infecciones más peligrosas. La inmunología ya ha descubierto grupos de individuos que, expuestos al VIH, producen anticuerpos y no desarrollan la enfermedad causada por ese virus (sida). Su sistema inmunitario controla el VIH. Si tuviéramos una vacuna que hiciera a todo el mundo producir estos anticuerpos podrían prevenirse nuevas infecciones y el sida. Se ha intentado muchas veces, sin éxito hasta el momento. Los cambios que se producen en las células inmunitarias para generar anticuerpos contra el VIH son mucho más complejos que los que se han observado para otros virus.
El papel de los linfocitos B
El proceso de producción de anticuerpos empezó a conocerse en la década de los 60 del siglo pasado, pero hay muchos detalles que siguen siendo un misterio.
En palabras de Merkenschlager, todo comienza cuando el sistema inmunitario encuentra un antígeno que no reconoce. Es una pequeña proteína que puede indicar que hay un objeto extraño, potencialmente peligroso, dentro del organismo (eso incluye virus y bacterias).
Un pequeño grupo de células llamadas linfocitos B produce un anticuerpo inicial, que se une al antígeno en cuestión. Las células comienzan un proceso de maduración durante el cual transforman ese anticuerpo en un anticuerpo especializado y específico que se une al antígeno, lo neutraliza o lo marca para que sea destruido.
Durante la maduración los linfocitos introducen pequeños cambios en los anticuerpos para probar cuál es el más eficaz. Los peores se eliminan, los de eficacia media se devuelven para pasar por nuevos cambios y los que son realmente buenos se producen en grandes cantidades.
Una vez que la amenaza ha sido eliminada, los linfocitos con más éxito se convierten en «células de memoria», centinelas, que durante años se mantienen vigilantes por si el enemigo vuelve a aparecer. Otras se convierten en fábricas (células plasmáticas) que producen anticuerpos protectores desde la médula espinal. Ambos tipos de células combinadas ayudan a preservar la habilidad de fabricar esos anticuerpos excelentes en caso de que la amenaza se repitiera.
La investigadora describe este fenómeno como algo parecido a una galaxia, que es el aspecto que muestra al microscopio, dentro de la cual hay constelaciones que compiten entre sí para ver cuál se une a los antígenos que aparezcan.
Asimismo, los linfocitos B reciben ayuda de otras células, los linfocitos T, que están especializados y los guían a la hora de mutar o producir anticuerpos. También se ha referido a estos últimos como los «directores de orquesta», mientras que los linfocitos B serían «los músicos».
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