Crononutrición: la nueva tendencia alimentaria que busca cambiar los ritmos a lo que comemos

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Los expertos recomiendan que no pasen menos de dos horas ni más de cuatro entre cada una de las comidas.

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En nuestra sociedad contemporánea, marcada por agendas apretadas, jornadas laborales extensas y un constante bombardeo de estímulos digitales, la relación entre el reloj biológico interno y las elecciones alimenticias se ha visto desequilibrada. La alimentación ha dejado de ser simplemente una respuesta a las necesidades fisiológicas, convirtiéndose en un componente fundamental de nuestro bienestar general.

Comprender la crononutrición implica reconocer que no solo importa qué comemos, sino también cuándo lo hacemos. Los diferentes momentos del día impactan en nuestra capacidad para digerir y aprovechar los nutrientes, afectando así nuestro rendimiento físico, cognitivo y emocional. Por lo tanto, adoptar prácticas alimenticias conscientes, que respeten los ritmos biológicos, se convierte en una estrategia esencial para optimizar nuestra salud en medio de las demandas contemporáneas. En este contexto, explorar la importancia de comer correctamente se convierte en un viaje hacia el equilibrio entre la nutrición y el tiempo, buscando armonizar nuestro estilo de vida con las necesidades fundamentales de nuestro cuerpo.

Por supuesto, este modelo también tiene en cuenta las necesidades individuales, como el sexo, la edad y el nivel de actividad física, pero sobre todo, más que las necesidades individuales, la crononutrición tiene en cuenta el funcionamiento de nuestro cuerpo: por ejemplo, por la mañana se suele tener la tensión más alta, la glucosa más baja, etc. Los estudios en la función cardiovascular ya revelan la importancia de las horas en las que ingerimos alimentos. Por este motivo, las dietas basadas en la crononutrición tienen que hacerse de manera específica para cada persona, en función de sus características personales y de un estudio individualizado, no sirven las pautas generales, tal y como explican desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (CGCODN).

A pesar de esto, existen algunas recomendaciones generales que se pueden adoptar para mejorar la calidad de nuestra nutrición (sin que ello quite que para adoptar una dieta de crononutrición tengamos que acudir a un especialista), tal y como nos cuentan los expertos del CGCODN:

    • Realizar la comida antes de las 15:00 y cenar al menos dos horas antes de acostarnos.
    • Dormir entre 7 y 8 horas, por la noche (en ausencia de luz diurna)
    • No comer alimentos en nuestras horas de sueño
    • Si se realiza siesta, que no sobrepase los 20 minutos
    • No realizar ejercicio menos de dos o tres horas antes de dormir
    • Dedicar entre 15 y 20 minutos para el desayuno y 30 minutos para comidas y cenas

Beneficios

Por supuesto, este planteamiento suena muy bien, pero ¿cuáles son los beneficios fundamentales de la crononutrición y cómo afecta nuestro sistema biológico? La nutricionista Mónica Herrero, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas lo explica en declaraciones a OKSALUD: «Existe una alta prevalencia de enfermedades metabólicas en países en donde los comportamientos circadianos se encuentran alterados, incluyendo hábitos poco saludables como saltarse el desayuno, comer a deshoras, rápidamente y en forma desordenada. Una dieta excesiva, desordenada o períodos de ayuno prolongados, así como comidas nocturnas fuera de horario pueden alterar los ritmos circadianos y conducir, con el paso del tiempo, a desórdenes metabólicos. Así, de esta manera la crononutrición puede mejorar nuestra salud y prevenir ciertas enfermedades».

También aclaró que existen diferencias significativas en la digestión y el metabolismo de los alimentos dependiendo del momento del día en que se consumen: «El organismo se renueva y se prepara por la noche, para que todas sus funciones al día siguiente sean correctas. A primera hora,  nuestro organismo renovado hace mejor la digestión que a última hora. Por eso, la cantidad ingerida a partir de la tarde tiene que ser menor, ya que nuestra actividad será menor, con menos gasto calórico». Sobre la digestión, recomienda que se haga en postura reposada, pero no acostada, ya que en esta posición nuestras vísceras no están en posición para digerir correctamente y puede dar lugar a problemas.

Diferentes estudios como el llevado a cabo en el Brigham and Women’s Hospital publicado en la revista Cell Metabolism, indican que es saludable repartir la alimentación a lo largo del día, en pequeñas cantidades y horas más o menos fijas, mejorando así nuestra actividad digestiva. Si ingerimos alimentos a lo largo del día, dentro de lo que consideramos saludables, podremos disminuir el apetito o la ansiedad de comer en diferentes tomas y eso nos hará ingerir menos calorías y con ello perder peso. Además, si cenamos unas dos horas antes de irnos a dormir, con una alimentación sana y liviana, nuestro aparato digestivo se acostará con la digestión ya hecha, y eso hará que tengamos un mejor descanso. Descansar por la noche hará que mejoremos nuestra calidad de sueño, lo que a su vez repercutirá positivamente en nuestra actividad durante las horas diurnas. En resumen, mejorará nuestra calidad de vida, según explican los autores del estudio.

Por último, una recomendación de la experta Mónica Herrero: «Desde el momento en que hagamos la primera toma del día, establezcamos periodos de no menos de dos horas ni más de cuatro entre cada una de las comidas del día».

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