Cólico nefrítico, ¿qué hacer si tienes piedras en el riñón?
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El cólico nefrítico –también conocido como cólico renal o cólico de riñón– es una obstrucción de las vías urinarias causada por piedras en el riñón. Un hecho, además, que causa un dolor agudo en el costado, así como en la cintura o en el lateral del abdomen. Estas piedras, en concreto, son acumulaciones de sales minerales que podremos encontrar en cualquier nivel del tracto urinario: riñón, uréter, vejiga o uretra.
Pero ¿cuál es la razón por la que aparecen las piedras en el riñón? Los especialistas explican que los orígenes son multifactoriales, asociándose, sobre todo, a anomalías genéticas y otras condiciones urinarias que alteran la composición de la orina favoreciendo el inicio de etapas litogénicas como nucleación, agregación, crecimiento y fijación de cristales.
Son estos, según detalla la Dra. Pilar Bahilo, especialista del servicio de Urología de Quirónsalud Valencia, los que más tarde formarán el cálculo –piedra– urinario definitivo. «Este proceso puede ser inducido por una variedad de sustancias o situaciones: aumento de los solutos, modificación del PH urinario, así como la disminución de los inhibidores de la cristalización, entre otros», añade.
También destaca la Dra. Bahilo que existen diferentes tipos de litiasis, dependiendo de su composición química. Sobre ello, comenta la especialista, los cálculos urinarios se dividen en piedras de calcio, ácido úrico, cistina, estruvita –creados por bacterias que colonizan el tracto urinario– y otros derivados del uso de determinados fármacos.
Estos son los síntomas de piedras en el riñón
Con respecto a los síntomas de piedras en el riñón, para que podamos estar atentos en caso de dolor agudo en el costado y el abdomen, la especialista de Quirónsalud Valencia detalla que «son variados, ya que podemos ver desde cuadros asintomáticos hasta otros que pueden suponer un serio peligro para la vida del paciente».
En primer lugar, si acudimos al centro hospitalario y nos hacen analíticas, podrán ver los niveles de microhematuria y leucocituria. Nos debe poner en alerta, además, si tenemos dolor lumbar, síndrome miccional irritativo, infección urinaria, pionefrosis, una sepsis de origen urinario o insuficiencia renal crónica.
Debemos tener en cuenta que el cólico nefrítico es el motivo más frecuente de asistencia urgente a los servicios hospitalarios dentro del ámbito urológico. «Se trata de un cuadro predominantemente doloroso, que se origina en el ángulo costovertebral del lado afecto y que se irradia hacia delante afectando a la fosa ilíaca, surco inguinal y genitales externos», comenta la Dra. Bahilo.
Más habitual en hombres
Prosigue, además, detallando que se trata de «un dolor habitualmente intenso y fluctuante, que no se alivia en ninguna postura. Frecuentemente, se asocia a un gran componente gastrointestinal y vegetativo, con náuseas, vómitos, distensión abdominal, íleo paralítico, sudoración profusa e incluso hipotensión de origen vagal. A veces la manifestación clínica de la urolitiasis es una infección de orina, que puede incluir desde la bacteriuria asintomática hasta la urosepsis».
Con respecto al perfil de aquellas personas que más lo sufren o lo pueden sufrir, es más habitual en hombres. «Son de dos a tres veces más propensos que las mujeres a desarrollar piedras en el riñón», añade esta uróloga.
Si miramos la edad, habitualmente la mayoría de los cálculos ocurren entre 40 y 60 años, mientras que si observamos con detenimiento cuál es el estilo de vida de las personas que padecen cólico nefrítico, podemos afirmar que está asociado generalmente a países ricos e industrializados, así como a profesiones y actividades sedentarias, ya que se cree que el ejercicio habitual puede prevenir la agregación cristalina.
También el clima influye. Por ejemplo, se ha puesto de manifiesto una asociación entre zonas geográficas con temperaturas medias elevadas y urolitiasis, asociación que parece deberse a un mayor riesgo de deshidratación con la consiguiente oliguria relativa, que conlleva sobresaturación urinaria.
La dieta, si es rica en grasas saturadas, insaturadas, azúcares y proteínas animales, también impacta sobre esta enfermedad, ya que la litiasis cálcica se asocia a ingestas elevadas de sodio. Al mismo tiempo, «los enfermos con litiasis, en general, ingieren menos volumen de líquidos en comparación con los que no presentan esta enfermedad», aclara la Dra. Bahilo.
¿Enfermedad crónica o con tratamiento?
En muchos pacientes, explica la especialista, la urolitiasis representa una enfermedad renal crónica que predispone a la formación de cálculos en el aparato urinario, cuyo tratamiento «no se fundamenta sólo en la extracción del cálculo. Precisará de seguimiento estrecho para establecer medidas de prevención y disminución de su recurrencia».
Para un correcto diagnóstico y determinar las características concretas que determinarán el tratamiento posterior se utilizan pruebas de imagen como una radiografía simple de vías urinarias, a través de la cual, por lo general, se pueden identificar cálculos urinarios que contienen calcio en su composición.
Con una ecografía podemos identificar cálculos localizados en cálices, pelvis y unión vésico-ureteral, así como la existencia o no de dilatación del tracto urinario superior.
También a través de una tomografía computarizada (TC) sin contraste, ésta se ha convertido en el estándar para diagnosticar el dolor agudo en el costado y ha reemplazado a la urografía intravenosa. «La TC sin contraste puede determinar con elevada sensibilidad y especificidad la localización, el diámetro y la densidad de los cálculos», comenta la Dra. Bahilo.
Añade, además, que el tratamiento varía según la localización, el tamaño, y la composición química del cálculo. «La mayoría de los cálculos pequeños se expulsan por sí solos. Por este motivo, al paciente que presenta litiasis de pequeño tamaño se le pautan fármacos que favorecen su eliminación».
Lalitotricia extracorpórea, herramienta poco invasiva
Explica también la Dra. Bahilo, que la «lalitotricia extracorpórea por ondas de choque, lo antiguamente conocido de manera coloquial como «la bañera», hoy es un avanzado dispositivo llamado litotriptor, constituido por una mesa de tratamiento, el generador de ondas de choque que se apoya en el dorso del paciente, y un sistema integrado de fluoroscopia que permite la detección y seguimiento de la litiasis».
Se trata, subraya, de una técnica «poco invasiva indicada para el tratamiento de la mayoría de litiasis no complejas, localizadas tanto a nivel renal como ureteral». El objetivo de esta técnica es la fragmentación de la litiasis para su posterior expulsión a través de la propia vía urinaria. Se realiza bajo un régimen ambulatorio (sin ingreso) y con analgesia-sedación.
«Hoy en día representa una modalidad de tratamiento mínimamente invasiva, eficaz y con una baja tasa de complicaciones que ha desplazado a la cirugía abierta como tratamiento estándar», destaca.
Nuevos tratamientos avanzados
Pero debido al desarrollo y los avances tecnológicos alcanzados tanto en el área de imagen video-endoscópica como en el campo de instrumental endoscópico y fuentes de fragmentación láser, en los últimos años estamos asistiendo a un nuevo cambio en el manejo de la urolitiasis.
Las técnicas endourológicas, de ureteroscopia (URS), cirugía intrarrenal retrógrada (CRIR) o nefrolitotomía percutánea (NLP) están cobrando mayor importancia entre la práctica clínica urológica, «ya que resultan ser tratamientos altamente eficaces que permiten obtener una elevada tasa libre de litiasis en un solo acto quirúrgico».
Al igual que en la técnica laparoscópica, se emplea un instrumento acoplado a una cámara e instrumentos endourológicos. Tras la inserción de los endoscopios a través de los conductos y cavidades naturales (URS o CRIR) o mediante incisiones mínimas en fosa lumbar (NLP) se accede al interior de la vía urinaria.
Una vez que el cálculo se ha localizado, el cirujano puede asistirlo con pequeñas pinzas y extraerlo, o fragmentarlo usando un litotriptor endoscópico o láser. Son técnicas mínimamente invasivas que permiten al paciente ser dado de alta hospitalaria en un plazo de 24 horas. «La tasa de cálculos residuales tras la intervención es mínima gracias a los sistemas de fragmentación de cálculos y a los sistemas de extracción», concluye la Dra. Bahilo.
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