Yoli, nueva ecologista textil

Yoli ecologista

Nadie podrá negar a la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, ser una mujer ciertamente singular; sobre todo, si se compara lo que dice con lo que hace. Lo más notable de la ferrolana son, sin duda, sus gracietas a propósito de cualquier cosa, más que nada por distraer al respetable, una vez que ha sido pillada con el carrito del helado en lo referido al número de desempleados, etc. Todo es de cartón piedra en esta sonriente fémina.

Tampoco viene nada mal que los ministros sirvan para algo a tenor del pastizal que cuestan al contribuyente. Especialmente esta vicepresidenta de cuota que, más allá de servir para divertir al respetable, poca cosa más ofrece. La última chacota nacional se ha producido cuando quiere acabar con Inditex (¡qué manía maniática han tomado al bueno de Amancio Ortega!) y ha recomendado al personal que se dedique a presumir de ropa vieja, entre otras cosas, para demostrar que se está por el planeta. Cree que el contribuyente no sabe que utiliza el Falcon oficial para asuntos espurios y para temas que nada aportan a quien paga sus caras bagatelas.

La comunista camuflada es, probablemente, la ministra que más tiempo dedica a la pasarela luciendo (o eso intenta) las últimas tendencias en moda femenina; esperemos que no sean también a cargo del erario público. Como buena fan de Castro, Chávez, Maduro y Ortega (el de Nicaragua), una cosa es su prédica y otra bien distinta cómo se conduce; esto es, practicando en su vida todo lo contrario de lo que perora en sus particulares púlpitos. Si no fuera tan cara, su vida de ministra de verdad que merecería inventarla en caso de desaparecer, como quiere ahora su jefe Sánchez.

Un día sale disfrazada de Papa, otro de sandinista, pasados unos días de yemení y al amanecer chica polisario o a más tardar palestina. Me pregunto acerca del por qué hay compañeras del alma que quieren que desaparezca de la escena política… ¡No tiene precio! Habrá que inventar otra de su calado.

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