Vendedores de baratijas
El megáfono rayado de Iglesias acopla cualquier abuso económico a sus fines y nos habla de libertades civiles, prosperidad y comunismo. Este ventajista e inadaptado social sueña con esclavizarnos. Para él, las libertades civiles son cartas marcadas; la prosperidad, un invento del centroderecha que no satisface a la ciudadanía y el comunismo, esa panacea que abre las puertas del único paraíso posible. ¡Menudo vendedor de baratijas incorporó el adivino Sánchez a su Gobierno! Así le cunde. Rodearse de inútiles como Pablo e Irene, que fardan de saboteadores, condena al maniquí a un desgaste agotador y a mentir, cuando no a rebuznar, para defenderlos, pues el dúo atenta contra las instituciones del Estado con una puntualidad indecente.
En la feria de los antojos tampoco faltan oportunistas con diploma. Illa, otro trilero de marca mayor, aportará al zoco de las elecciones catalanas su mochila cargada con 90.000 ataúdes y, por desgracia, con 95.000 contagiados extra que abarrotan las UCI de toda España. Récord macabro, estela infernal que dejó tras una apática y caótica gestión de la pandemia y que Sánchez promociona desde Moncloa haciendo suyo el estilo Trump. Los hechos hablan mejor que las palabras. Las filfas de este maniquí ya no cuelan cuando ofrece al peón multiuso para ser elegido president: “Supo lo que necesitaba el Sistema de Salud y sabe lo que necesita Cataluña”. Los hechos muestran a las claras que le importa un bledo el bienestar de los españoles, más allá de su propio interés político particular.
San Valentín está que trina, nadie respeta a los enamorados, el amor se ha convertido en odio y le obligan a usar mascarilla. Su festividad propiciará que el pueblo se contagie en las filas de espera, antes de asomarse a las urnas. Por lo visto, interesan infinitamente más los votos, que las vidas de las personas. Estamos frente a un revival del 8-M. Y todo para que un lacio presida el Govern. La campaña fluctuará entre restricciones y medidas sanitarias, entre promesas de nuevas embajadas, rifas de millones e inversiones a fondo perdido. La cosa es engordar al ogro separatista hasta que nos arree otro zarpazo. A los golpistas la Generalitat les ha regalado el tercer grado para que repitan lo mismo que hicieron. Este es el diálogo al que se refieren el maniquí y el bolchevique. Algo así como dar de comer con la mano a una hiena.
Iglesias e Illa son vendedores de baratijas, fabricantes de trolas que subsisten gracias a las cínicas predicciones del demagogo Tezanos. Es casi seguro que este lote de gafes, al completo, salga trasquilado de las urnas porque San Valentín les va a echar el mal de ojo.