‘TV3’, pozo sin fondo

TV3

La Generalitat de Cataluña dedica más dinero a TV3, que a la sequía. No es broma. Acaba de aprobar un contrato programa para los medios públicos de 1.347 millones. En cambio, para la sequía son 1.045 millones.

Es cierto que el contrato programa para la CCMA (Corporación Catalana de Medios Audiovisuales) es para cuatro años (2024-2027). Este año será ya de 330,5 millones, 55 millones más que el año pasado.

Y los 1.045 son solo para un ejercicio. Pero hay que recordar los más de 1.000 millones de deuda que asumió el gobierno catalán en el 2007 con el socialista José Montilla de presidente.

La duda entonces era enjuagar la deuda de la Agencia Catalana del Agua, que se había endeudado hasta las cejas construyendo depuradores para sanear los ríos, o TV3.

Despejaron pronto los titubeos. El segundo tripartito era una coalición entre el PSC, ERC e ICV -los antecedentes de los Comunes- en el que los republicanos llevaban la voz cantante en materia de medios de comunicación.

Entre sanear el ACA y TV3 no tuvieron ningún reparo: optaron por la cadena pública. Entonces fueron 1.046 millones, casi la misma cifra que dedican ahora a la sequía.

La abultada deuda del ACA paralizó su política de inversiones. Dos desalinizadoras previstas para el 2010 se quedaron sin hacer. Actualmente, claro, las echan en falta.

Además, las obras puestas en marcha ahora deprisa y corriendo van tarde. La Generalitat anuncia a bombo y platillo que, en el 2030, ya no dependeremos de la lluvia.

¿Pero y hasta el 2030 qué hacemos? ¿Nos bebemos nuestros propios meados como en las películas de náufragos? A ello hay que añadir su oposición al trasvase del Ebro. No ya para Valencia o Murcia sino incluso para Barcelona.

Claro, se opusieron también en su día al Plan Hidrológico Nacional de Aznar y ahora tampoco pueden hacer borrón y cuenta nueva. Hasta se manifestaron todos juntos en Barcelona y en Tortosa al grito de «el agua del Ebro no se toca».

La portavoz del gobierno catalán, Patrícia Plaja, decía hace una semana en rueda de prensa que el primer barco con agua vendría de Sagunto, pero «el segundo se está trabajando». Se habla de Marsella.

«Hay que ir a buscarla a aquel lugar donde se dan todas las casuísticas y las condiciones, pero también que sea la vía más fácil, más económica y más resolutiva», se justificaba con ciertos apuros. Ahora resultará que es más barata traer el agua de Francia que del Ebro. No cuela.

Con TV3, lo mismo. Justificó los 1.300 millones -ni siquiera están ligados a los Presupuestos- para ofrecer a los catalanes una «información veraz e independiente».

El mejor ejemplo de “información veraz” es el que ofrecieron en el Telenoticias mediodía de este lunes. En pleno caso Ábalos, abrieron el informativo con un manifiesto contra las investigaciones judiciales del juez García Castellón sobre Tsunami.

Era una manera de blanquear la ocupación del Aeropuerto de Barcelona y compararlo con las protestas de los tractores. Como si fuera tan habitual ir ocupando aeropuertos por el mundo.

Creo que el último fue el de la república rusa de Daguestán el pasado mes de octubre. Cuando tras el inicio del conflicto en Gaza, una turba iba buscando pasajeros israelíes para lincharlos.

Pero ahí estaban periodistas de medios públicos y privados como Mònica Terribas, Laura Rosel y Laura Rosel. Para que vean el magma en que se ha convertido la prensa catalana. También Jordi Basté, Ricard Ustrell o Andreu Buenafuente. En fin, los de siempre. Esa rara confluencia entre indepes y progres. Terribas, ahora tertuliana en la cadena del conde de Godó, afirmó que las investigaciones judiciales «atacan directamente el ejercicio de derechos fundamentales».

Laura Rosel, que llegó a entrevistar en su día entre sonrisas a un etarra con delitos de sangre que no mostró arrepentimiento alguno, afirmó que Tsunami simplemente vehiculó las «movilizaciones ciudadanas» y que lo único que querían era diálogo. Mientras que Jordi Évole, acabado de entrevistar a Carlos Alsina, denunció «la persecución política contra las movilizaciones sociales». Como si quemar contenedores, bloquear la frontera internacional de La Jonquera, interrumpir el servicio del AVE, cortar autopistas o sabotear Cercanías fuera lo más normal del mundo.

Sospecho que TV3 debe tener remordimientos porque, en su día, fueron casi la tele oficiosa de Tsunami. No había acto o protesta que no cubrieran ampliamente. Incluso llegaron a dedicarle un 30 Minuts, el programa informativo estrella de la cadena, tras bloquear la citada frontera de La Jonquera. A pesar de que era una entidad anónima. Claro que lo mismo hizo el citado Jordi Basté.

Por cierto, en el acto también el doctor Bonaventura Clotet, uno de los invitados ilustres a aquella famosa paella en Cadaqués con Carles Puigdemont en agosto del 2016, en los momentos álgidos del proceso.

Recuerdo que hace años, y de veras que lamento no recordar quién fue, alguien me dijo que si Rajoy hubiera visto TV3 cinco años seguidos se habría vuelto independentista.

Recientemente, volvieron a abrir la delegación en Perpiñán. Fueron una decena de directivos y altos cargos a celebrarlo. Hasta la consejera de Presidencia, Laura Vilagrà, que dijo que la reapertura consolidaba los Països Catalans. Lo digo para que los franceses vayan sabiendo a qué atenerse.

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