El triunfo de la libertad
En muchas ocasiones, en múltiples campañas electorales, en multitud de tertulias de café, se habla -hablamos- de la libertad. Se teoriza sobre el concepto en sí mismo, sobre las distintas corrientes de pensamiento político y económico, sobre distintos aspectos en la manera de abordar la conversación, pero no pasa del plano teórico.
En materia económica es donde más se ve, en el día a día, la confrontación entre una mayor y menor libertad económica, dependiendo de la escuela de pensamiento económico que se ponga en valor: desde el llamado anarco-capitalismo hasta el comunismo, se aplican distintas medidas encaminadas a alcanzar los objetivos que defiende cada escuela.
Ahora bien, la libertad en términos generales, en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida, no hay manera, en las sociedades democráticas, de confrontarla con su opuesto, debido a que, más allá del intervencionismo que pueda existir en la economía, que no es poco, se goza de libertad. Los individuos son dueños de sus decisiones -con la salvedad, de nuevo, de lo que los intervencionistas quieran hacernos ver-, pueden elegir el restaurante al que ir, la calle por la que pasear, la ciudad donde vivir y cualquier aspecto de su vida.
Sin embargo, en esta ocasión sí que hemos podido confrontar el estado de nuestra libertad con lo opuesto, que es un estado de prohibiciones. Se han unido dos circunstancias: la primera, la pandemia, con un gobierno, el del presidente Sánchez, que se ha limitado a aplicar medidas feudales para combatir el virus, arrastrando la economía por los suelos y limitando al extremo la libertad de las personas. La segunda, que ese mismo gobierno, compuesto por socialistas que han abandonado la socialdemocracia, hasta el punto de que pretenden expulsar a algunos de sus militantes históricos más representativos, como Leguina o Redondo Terreros -cualquier día, vemos a Lastra abriendo expediente de expulsión a Felipe González o Alfonso Guerra-, y por comunistas, han enarbolado la bandera de la restricción de todo tipo de libertades.
En esas restricciones de libertades se encuentran, entre otras, la económica, ya que coartan la libertad que tienen los individuos para decidir qué hacer con su dinero, al tratar de imponer un modelo de impuestos confiscatorio; la sanitaria, pues quieren que los ciudadanos no puedan elegir a qué hospital acudir o, simplemente, que no puedan decidir voluntariamente vacunarse con AstraZeneca; y la educativa, pues quieren perseguir la enseñanza privada, acabar con la concertada y la educación especial y mermar, en suma, la preparación de los alumnos, con la consiguiente menor capacitación futura, que los hará más dependientes y, por tanto, más obedientes de quien les procure el subsidio, pues el objetivo de esta amalgama que capitanea Sánchez es contar con una sociedad subsidiada, en lugar de próspera, ya que la primera puede ser mucho más dócil y sumisa.
En la crisis de la pandemia, esta limitación de la libertad ha llegado hasta las restricciones impuestas, que impiden la libre circulación, que nos dicen a qué hora hay que estar encerrado en casa y que no permiten que vayamos a comer o a tomar un café fuera. La desesperación de los socialistas llegó al insulto a los madrileños por defender lo contrario, llamándolos tabernarios. En lugar de fijarse y aprender de la sociedad más trabajadora, abierta y solidaria de España, a la que también le gusta tener un tiempo para estar con la familia y amigos después del trabajo, los desprecia.
Pues bien, en esta ocasión, como digo, la libertad no se discutía como algo etéreo, difuso o teórico, en tertulias, cafés o casinos, no. En esta ocasión, se ha experimentado qué sucede cuando a los ciudadanos se les quita la libertad, y lo que pasa es que quieren recuperarla, que premian a quien la defiende y castigan al que la oprime. Eso es lo que ha pasado en Madrid: personas de toda condición e ideología se han unido en torno a Ayuso -y en menor parte, en torno a Vox y mínimamente a los restos de Ciudadanos- para defender su libertad. Ha sido el triunfo de la libertad.