La triste vida de Garzón hijo

La triste vida de Garzón hijo
La triste vida de Garzón hijo

 

– ¡Otra vez acelgas!-se quejaba amargamente Albertito aquella Nochebuena.
– Cariñe, las acelgas tienen mucho potasio y vitaminas C y K, y son antioxidantes.
– Al menos la abuela les pone jamón.
– Menos carne y más vida, hije.
– Pues la abuela dice que en vuestra boda distéis solomillo a 270 invitados y aún sobró…
– Bueno, eso era una boda. Y, si sobró, fue porque los del sindicato son más de gambas.
– Pero hoy es Navidad y, ni siquiera, una Cocacola.
– Ya sabes lo que pensamos en esta casa de las bebidas azucaradas y, más aún, si son americanas. Y no, no es Navidad, es el solsticio de invierno, un gran momento para las acelgas de cercanía.
– Entonces, ¿no me traerán regalos los Reyes como a mis amigos?
– Nada de Reyes, hije. Y tus amigos, amigas y amigues son unos esquiroles y escarolas. Nosotros nos hemos proponido hacer huelga de juguetes para luchar contra el patriarcado. Y ahora, a dormir, que mañana tengo mucho trabajo en el Ministerio.
– Pero si todos los días tienes la agenda vacía, que sale en internet y me lo dice la abuela. Dice que trabajas menos que la Alta Inspección de educación en Cataluña.
– Hala, vamos a la cama que te canto una nana: Arriba, parias de la Tierra.
– En pie, famélica legión, lalala, lalala…

Así de triste podría ser la vida woke de Garzón hijo si no fuera por su abuela; pero tranquilos, no se apenen por el supuesto Albertito, que ya sabemos que los comunistas, especialmente si pertenecen a la nomenklatura, dicen una cosa en la calle y hacen otra en su casa. Como Stalin, con más de 20 dachas a su disposición mientras los rusos se amontonaban en habitaciones de edificios prefabricados. O Mao, que prohibía canciones por pornográficas mientras las bailaba con sus concubinas.

Así podríamos seguir uno tras otro, pero no vayamos tan lejos. Hoy, la hija de Chávez es la más rica de Venezuela, según la revista Forbes, y también a los comunistas españoles les gustan la dolce vita y las dachas, aunque sean en Galapagar, donde Irene Montero ya ha multiplicado por 100 su patrimonio desde que está en política, mientras predica el reparto de riqueza.

Es el comunismo de puertas afuera, la izquierda caviar, la que nos gobierna, la que vino a regenerarnos, esa con la que Pedro Sánchez no podría dormir y hoy mantiene por mantenerse. ¿Hasta cuándo, Catilina?

Lo último en Opinión

Últimas noticias