Las torturas son inadmisibles en un Estado de Derecho
Pocas cosas más abyectas que la tortura. Ya sea física o psicológica, es uno de los actos más ruines a los que puede recurrir un ser humano que, dado su comportamiento, no se comporta como tal, sino más bien como un acémila. Así actuó Jaime Barrado. Un ex comisario de policía que desde su posición de poder habría actuado contra un letrado vejándolo y humillándolo con expresiones como «tú eres un mierda» o «siéntate gilipollas, tú no tienes ni idea de con quién estás hablando». Ahora tendrá que rendir cuentas ante la justicia. La magistrada Belén Sánchez respalda la acusación de Óscar J.G. contra el agente. Además de un acto impropio de un servidor público, la actuación de Barrado se define en una palabra: chapuza.
Sólo a una persona muy limitada en su entendimiento y con nula capacidad de interacción se le ocurre desnudar a un abogado e insultarlo. Perder los nervios de esa manera sólo habla de alguien débil, no de un perfil poderoso, como él mismo se pensaba con semejante despliegue de abyección. Jaime Barrado no es precisamente un novato en lo que se refiere a hechos cuanto menos cuestionables. En su momento, tuvo la muy poca ejemplar iniciativa de facilitar a otro Juzgado de Instrucción de Madrid —el número 2, que investiga el caso Nicolay— un pendrive con la grabación para ayudar a su amigo Marcelino Martín Blas.
Martín Blas necesitaba ese pendrive para ganar la denominada «guerra de los comisarios» e ir contra sus enemigos con el contenido del mismo. Con semejante catadura moral y ética, no es de extrañar que pudiera llegar a ensañarse de esa manera a un abogado. Prácticas propias de la Policía de una dictadura que, afortunadamente, son una excepción dentro del trabajo ejemplar que realizan nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No obstante, y pese a ser la excepción que confirma la regla, la juez tiene que ir hasta el final y dirimir hasta qué punto quebró las leyes el excomisario. Un tipo como Barrado es un mal ejemplo para cualquier persona que crea en una sociedad de pleno derecho, más aún si es policía.