El torpedo del ‘Financial Times’ contra la base de Rota

21La derecha se diferencia de la izquierda en que la primera espera que las cosas se hagan solas y la segunda se vuelca en hacer que las cosas ocurran. Y la indolencia siempre será derrotada por la acción, sea torpe, equivocada o iracunda.
La derecha española aguarda desde hace tres años que Bruselas meta mano a Pedro Sánchez por sus cacicadas y su apoderamiento de las instituciones o que el Banco Central Europeo provoque su caída al dejar de comprar deuda pública. La izquierda se ríe y prosigue sus planes de transformación de la realidad. Ahora la esperanza de esa derecha es que Donald Trump, hasta ahora el villano de los aranceles, comience una campaña en contra del socialista.
La prensa que lee la derecha pero no es de derechas da por cerrada la base naval de Rota (Cádiz) en represalia por el viaje de Sánchez a China y hasta habla de los daños para la localidad, de unos 30.000 habitantes. ¡Siempre esa obsesión con el dinero! Es la escuela de uno de los peores presidentes que ha tenido España desde 1976, Mariano Rajoy, según el cual, la economía es “lo más importante”, como si los ciudadanos fueran bueyes que sólo piensan en comer y dormir. Pensar que el Pentágono clausurará o desmantelará parte de la base de Rota es desconocer completamente la estrategia de Estados Unidos, aunque se haya estudiado relaciones internacionales en la carrera.
Para que Estados Unidos mantenga su primacía en el mundo le es imprescindible, entre otros elementos, contar con una descomunal flota, que en la actualidad es de unos 500 buques. Y para la proyección de su poder y el control de las rutas marítimas necesita una serie de puestos, cabezas de puente o similares repartidos por todos los mares, sobre todo los océanos de lo que es ribereño. En el Atlántico norte, la española Rota es esencial.
La base aeronaval se instaló en la bahía de Cádiz (varias veces atacada por las flotas inglesas entre los siglos XVI y XVIII), después de la firma de los acuerdos de defensa entre Estados Unidos y España en 1953. Y se escogió Rota, donde la Armada española ya disponía de instalaciones. Su importancia no ha disminuido con el fin de la Guerra Fría. En ella hay más de 3.200 ciudadanos norteamericanos, tiene tres muelles y, según la Secretaría de Defensa, los mayores recintos de armas y combustibles de Europa.
Todos los Gobierno socialistas han renovado los acuerdos con Estados Unidos y han aceptado la existencia de la base. Con las cosas serias, no hay aspavientos tercermundistas ni neutralistas. En mayo de 2023, el Gobierno de Sánchez modificó el convenio para conceder permiso a la Armada de Estados Unidos para que instalase dos destructores más, junto a los cuatro ya están de manera permanente, y cuya misión es reforzar el escudo antimisiles de la OTAN. El Gobierno usó la argucia legal de la enmienda al convenio para esquivar un debate y una votación en el Congreso. El primero de esos destructores, el USS Oscar Austin DDG 79, arribó en octubre de 2024 y el segundo lo hará este año. El alcalde de Rota, el socialista Jaime Ruiz Arana, celebró su llegada.
Además, el Ministerio de Defensa español ha comenzado una serie de obras en la base española: aumento de la capacidad de los muelles para las fragatas de la clase F-110, un nuevo edificio de capitanía, nuevos hangares y talleres, alojamientos logísticos… Para conocer esto último basta consultar la prensa gaditana.
El último argumento para saber si Rota está en riesgo de ser cerrada por Washington es fijarse en la fuente de la noticia. Se trata del Financial Times, un diario que constituye la lectura común de las élites. Tanto importa lo que se publica en él que muchos políticos suplican a los editores que se les entreviste. El periódico, fundado en 1888, se escribe en inglés y se publica en Londres. El 16 de abril publicó un reportaje titulado: “La base «paraíso» de EE.UU. en alerta mientras Europa se prepara para los recortes de la OTAN de Trump”.
Y la prensa española que lee la derecha pero no es de derechas lo recogió, en algunas ocasiones sin citarlo, como si fuera la antigua palabra del Papa.
La explicación de ese torpedo contra la base de Rota, calificada en el mismo artículo como “clave para el escudo antimisiles de la OTAN”, se puede encontrar a unos 140 kilómetros al sureste de la ciudad gaditana: la colonia de Gibraltar.
El imposible cierre o el improbable desmantelamiento parcial de Rota aumentaría la importancia de la colonia británica para vigilar el estrecho, el Atlántico oriental y el Mediterráneo occidental. Su base militar ya funciona como depósito de armamento, sede de la red de espionaje electrónico Echelon y enlace con Akrotiri y Dekelia, las dos bases soberanas (sic) británicas en Chipre, y con Oriente Próximo.
El último gobernante español que trató de presionar a Londres (y a Washington) para la descolonización de Gibraltar y su devolución a España, tal como mandan las resoluciones de la ONU de los años 60, fue José María Aznar. Desde 2004, los tres presidentes de Gobierno que se han sucedido se han desentendido de la reclamación y han permitido que la colonia siga creciendo a costa de España, de sus servicios, de sus ciudadanos y hasta de sus aguas territoriales.
Cuando el aeropuerto gibraltareño, que no es civil, sino propiedad de la RAF, no puede operar, las autoridades españolas y AENA aceptan recibir vuelos en Málaga y otros aeropuertos nacionales. ¿A qué responde esta generosidad, incluso por parte del rojísimo (según nos cuentan) Sánchez?
La clase política española pone más interés en Gaza que en Gibraltar. No ha aprovechado el Brexit para cerrar la frontera y ni siquiera aduce la importancia mayor de Rota ante Estados Unidos para que éste persuada a sus “primos” para que cumplan sus obligaciones legales y, por ejemplo, dejen de usar el puerto de Gibraltar para la reparación de submarinos nucleares.
Por el contrario, la diplomacia británica está volcada en convertir a la colonia en otro micro-estado europeo, al estilo de Mónaco o San Marino, que sería una isla Tortuga trasladada a la Península Ibérica. En este plan, el reportaje del Financial Times es el último movimiento que hemos conocido. ¡Y mientras aquí seguimos enredados en “Sánchez, no”, “Sánchez, sí”!