Vox y el totalitarismo

Viniendo de dónde vengo el falso debate generado por lo peor de la política española para ilegalizar a Vox me parece un chiste de mal gusto. Para aquellos que no me conozcan les informo que soy un subhumano en la República Catalana de la Financiación Singular. Soy un «subhumano» porque sintiéndome español y antiseparatista jamás tendré la «ciudadanía» que los amos de la estelada reparten entre sus adeptos. TV3 solo la veo por motivos profesionales, lo de imponer el catalán por narices me parece un comportamiento totalitario y pienso que sí hay un territorio «fascista» no es España en su conjunto sino esta tierra atormentada malgobernada por los separatistas pata negra (ERC, Junts y CUP) y los separatistas acomplejados (PSC y Comunes).
Ya les he situado. Vayamos al protonazismo. No, no hablo de Vox. Hablo de los que quieren ilegalizar a Vox. Esos que en nombre del «pueblo» – mejor dicho, pueblos, porque cada taifa tiene su partido o partidos fanáticos – están dispuestos a «ilegalizar» a millones de españoles. De hecho, comenzarían por Vox, y luego vendría el PP, los restos de Ciudadanos, los partidos liberales que están en fase embrionaria y aquellos regionalistas que colaboran con el constitucionalismo, como UPN. Vamos, que por si ellos fuera solo serían «legales» aquellas formaciones que piensen que pocos conventos se quemaron durante la Segunda República y que el mejor «derechista» es el derechista en un centro de reeducación (o de concentración).
Si a un ciudadano no le gusta las propuestas de Vox puede combatirlas dialécticamente con sus familiares y amigos, puede ser activo en redes sociales para mostrar su desacuerdo, y puede no votarles y apoyar a sus adversarios políticos. Pero lo que no se puede hacer es pedir la ilegalización de una formación que respeta la Constitución, que no va quemando contenedores, que no apoya a bandas terroristas y que no ha dado golpes de Estado. Lo digo porque muchos de los que piden la eliminación de Vox pertenecen a partidos que sí han dado golpes de Estado, que justifican la violencia política – cuando la ejercen los ‘suyos’ en nombre del ‘antifascismo’ -, que han apoyado a grupos terroristas y que están por saltarse día sí, y día también, la Constitución.
Dado que la izquierda se empeña en usar el término «nazi» para definir a la «fachosfera», que engloba a más de la mitad de España, vamos a usar su lenguaje. Ilegalizar a Vox es una medida protonazi. O totalitaria. O fascista. O lo que ustedes quieran. La lógica es perversa: como los partidos que arropan a Sánchez están contribuyendo desde hace años al rápido deterioro del clima social en España, y este deterioro provoca que ciudadanos descontentos y desesperados actúen de manera desesperada, se busca un chivo expiatorio al que culpar del desastre. Vamos, la vieja táctica separatista: la culpa siempre la tiene otro, en su caso «España». En el caso de la «sanchismofera» se señala a lo que llaman «extrema derecha». Pero están a dos segundos de añadir también a la «derecha extrema».
Vamos, que comienzan pidiendo la ilegalización de Vox y acabarán mandando al exilio a Juanma Moreno Bonilla. Vuelvo a Cataluña. Hubo una época, cuando en el Parlament solo estaba el PP como oposición al socialismo y al nacionalismo, en la que el «fascismo» eran los populares. Luego, cuando Ciudadanos empezó a subir, los «ilegalizables» que «atentaban contra la convivencia» eran los dirigentes de aquel Ciudadanos de Albert Rivera y Jordi Cañas. Ahora le toca a Vox y a dirigentes del PP como Xavier García Albiol o Alejandro Fernández. Siempre es la misma jugada, deshumanizar al que les planta cara de manera eficaz y consigue abrir hueco entre el electorado. Hay que negarse a que los totalitarios «ilegalicen» a la carta, porque nos jugamos nuestras libertades.
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