Las tinieblas de Tezanos

Tezanos

Los cronistas de la imparable degradación de las instituciones en manos de Pedro Sánchez marcarán en el futuro su pistoletazo de salida en el nombramiento del antiguo secretario de Estudios y Programas del PSOE, José Félix Tezanos, al frente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Ha quedado sobradamente demostrado que a este señor le gusta hacer quinielas dando como ganador a su equipo favorito, el PSOE, aunque el resultado le desmienta su pronóstico, como acaba de suceder en las elecciones europeas.

El CIS daba por vencedor al PSOE con una ventaja sobre el PP de tres puntos, cuando la realidad ha sido muy distinta: el PP ha derrotado al PSOE por cuatro puntos. Feijóo ha ganado 1,5 millones de votos, y Sánchez ha perdido más de 2 millones.

La encuesta gubernamental, entiéndase literalmente lo de gubernamental, ha quedado en última posición entre todas las consultas demoscópicas por su desviación respecto de la realidad. La primera en el ranking de acierto ha sido la experta GAD3, con una abismal distancia de 8 puntos respecto de la desviación del CIS.

Un mono con los ojos vendados y armado con una ballesta habría acertado más que Tezanos, que no ha dado una en ninguna horquilla de ningún partido. Ni que decir tiene que era la única de las encuestas que daba a Sánchez como ganador. Pero el PSOE sólo ha ganado en Navarra, Canarias y Cataluña, mientras que sus socios filoetarras de Bildu lo han hecho en el País Vasco.

El resto es una sucesión de triunfos del PP en las otras trece regiones, incluidas Andalucía, Extremadura, Asturias y La Rioja. En estos tradicionales caladeros del PSOE, a Sánchez le tienen ya bien calado por las cartas de privilegio concedidas a sus socios independentistas en cuestión de financiación, impunidad de delitos de corrupción y borrado de la violencia desatada contra el orden constitucional en las crismas de nuestros policías, guardias civiles y mossos.

El sanchismo está recogiendo la cosecha de lo que siembra entre los españoles, a los que declara ciudadanos de segunda clase y meros pagadores de la fiesta corrupta de sus socios independentistas y ahora también parece que de la suya.

Me refiero a los indicios sobre los que la Justicia indaga en ministerios, empresas públicas y en el mismo palacio de La Moncloa, con una Begoña Gómez investigada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios, por no hablar de las diligencias abiertas contra el hermano invisible contratado por la Diputación de Badajoz en manos socialistas.

Feijóo casi cuatriplica en los comicios europeos la ventaja respecto a Sánchez de las elecciones generales del 23-J. En la noche electoral, el líder del PP recordó con pundonor que Sánchez le había dicho en el Congreso que iba a perder las elecciones. Los españoles le desmintieron el domingo con claridad.

Sin duda, el jefe del Gobierno se traga sin rechistar las píldoras que Tezanos, su particular médico electoral, le receta para quitarle los temblores que le sobrevienen cada vez que hay una cita con las urnas. No es para menos. Feijóo le ha ganado ya tres elecciones consecutivas a escala nacional: las autonómicas y municipales, las generales y las europeas.

Pero volvamos a las tinieblas demoscópicas de Tezanos. Sabido es que esta materia está sujeta a múltiples variables. Pero en el caso del CIS sanchista, hay una constante que tiene el mismo nombre que aquella antigua marca de discos: La voz de su amo. Una constante que se reproduce en la Fiscalía General del Estado, en RTVE y en todas aquellas instituciones donde la voz del amo Sánchez se repite como un disco rayado. Que Tezanos guste de jugar a las quinielas marcando siempre el resultado favorable a su partido, hace ya tiempo que empezó a rozar el delito de malversación. Del roce viene el cariño, porque le ha cogido verdadero gusto a lo de apostar a favor del PSOE, y siempre con el dinero de los ciudadanos.

Si «el dinero público no es de nadie», como dijo Carmen Calvo, para el responsable del CIS la cuestión la pintan calva para escamotear su posible responsabilidad penal entre los cacharros de su cocina electoral, alegando que los fallos en los pronósticos tampoco son de nadie, sino que obedecen al capricho del propio oficio demoscópico y a las cosas de la política. Y así es como lo ha dictaminado ya la Justicia… por el momento.

El CIS de Tezanos es el más visible cartel donde los chanchullos de la marca Sánchez se publicitan a los ojos de todos los españoles. La falta de cualquier señal de vida ética en el planeta sanchista, la desaparición de todo límite moral a sus mentiras, sus trampas y sus abusos, se reflejan en la ínfima consideración que Sánchez tiene hacia toda aquella institución que parasita.

Convertir al fiscal general del Estado en el mayordomo de los inquilinos de La Moncloa o utilizar un medio público como RTVE de sordina para silenciar los abucheos al matrimonio, está en el mismo plano de impudicia que presentar a su mujer investigada por corrupción como estrella en un mitin electoral.

Fue en el mismo mitin en que Sánchez pidió una ovación para Magdalena Álvarez, condenada a 9 años de inhabilitación para cargo público por un delito de prevaricación continuada en la sentencia de los ERE del PSOE andaluz, el mayor caso de corrupción de la democracia.

Esa superioridad moral con que Sánchez muestra y celebra las vergüenzas de su partido retrata a la perfección el tipo de estiércol con el que se fue cultivando la Ley de Amnistía. Creíamos que con la ley que borra los delitos de Puigdemont y sus secuaces se instauraba de facto la desigualdad entre los españoles. Pero nos equivocamos.

La desigualdad entre los españoles estaba ya instalada en el software del propio PSOE como clave de su proyecto: cancelar sus propios delitos por mayúsculos que sean y magnificar los del adversario por ínfimos que resulten. La supuesta superioridad moral de la izquierda le ha proporcionado siempre el oxígeno necesario para hacer inmersión en lo más hondo de la inmoralidad sin perturbarse.

Por eso, extender a sus socios independentistas su misma privilegiada condición, aquella que pretende situar su propia corrupción no solo por encima de la ley sino también a salvo del reproche político, no es un reto moral para el PSOE. Lo habría sido si fuera un partido limpio, recto y ejemplar. Pero la Ley de Amnistía ha sido cultivada como un hongo tóxico para la democracia en los mismos sótanos de Ferraz en los que el sanchismo lucrativo lleva cultivando en los últimos años su propia impunidad.

Sólo así puede alumbrarse la idea de confeccionar unas pulseras con el lema Free Bego para repartirlas en el mitin de fin de campaña. Lo que demuestra que estos micelios sanchistas son, además de venenosos, fuertemente alucinógenos, como aquel cornezuelo de centeno que inspiraba a El Bosco, dicen, sus criaturas del infierno.

Las elecciones europeas han sido un buen antídoto de realidad para los afectados. De las tinieblas del sanchismo también se sale, afortunadamente para España y los españoles.

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