Sumar rebaño

Sumar rebaño

Hay que decirlo todos los días por los incautos que aún creen que, a fuerza de repetir la mentira, la verdad se consuma. Sumar no es un partido progresista. Ni siquiera es un partido. Tampoco una confluencia, ni una plataforma. Es una amalgama de siglas reaccionarias y bastante alérgicas a todo progreso que no conlleve la mejora sustancial de su cuenta corriente y modo de vida, y que ahora tratan de ajustar sus diferencias encajando a toda prisa su pasado ideológico, teñido de miseria y sangre, mientras prometen futuro de unicornios a esos ciudadanos que no saben cómo pagar la hipoteca, mantener a flote su trabajo o, simplemente, llegar a fin de mes. Los mensajes de Yolanda Díaz y agregados a la causa de la mamandurria, no se diferencian de los que mantendría un párvulo de guardería en una conversación con sus amigos del parque. Hablan a quienes desean ser hablados así, personas acostumbradas al paternalismo, a ser dirigidos hasta para ir al baño, a vivir del mantra que le fabrican desde una sede. El colectivismo social transformado en mensaje grupal, que no resiste un mínimo de análisis serio desde lo sintáctico y que toma a sus destinatarios por idiotas. Tal vez porque así lo han considerado siempre.

Detrás de todo el esperpento que la izquierda ultra protagoniza no hay más razón que estirar la fórmula mágica que les mueve a todos ellos: vivir del cuento público. Sólo hay que analizar su currículum vite para concluir que en sus esfuerzos se intuye el desnudo ideológico y el rencor personal. Hemos llegado al extremo ilógico de pensar que quién no ha creado un puesto de trabajo en su vida posee el crédito moral de decirle a un empresario o autónomo lo que debe hacer con su dinero. Pero el sistema es el que es y tras la defunción de Podemos, es capaz de aceptar un nuevo espacio de ultraizquierda empoderada que viene a presentarnos sus respetos con el mismo puño en alto de siempre.

Quien no vea una secuencia imitada en el tacticismo político y electoral que aupó a Iglesias en 2014 para las europeas, se estará equivocando. Sumar es la reproducción de Podemos por otras vías. De momento, ponen la cara de quien manda en la papeleta de julio, para oficializar el cambio de liderazgo con perspectiva de género degenerado. Y conseguirán representación en las Cortes sin que aún sepamos qué proponen exactamente. No hay una idea en su programa de sonrisas bobaliconas. Todo es abstracción léxica, el vacío ideológico, la nada suprema. Se dicen progresistas y con eso ya tienen apalabrado a su arquetipo de votante predilecto: el que no suele pensar -aún menos reflexionar- y se deja llevar por las proclamas de toda la vida. La mentira del progreso progresista consiste en repetir todos los días lo contrario de lo que eres y representas para cautivar con una ilusoria proyección que embauque. La unión comunista, que eso es Sumar, muestra una opción política que fue derrotada por la historia desde que se construyeron muros en los países que acaudilló para que el pueblo no pudiera escapar del terror implantado.

Al igual que su precedente moribundo, no se presentan para mejorar la vida de la gente, sino a mejorar su vida a costa de la gente. No vienen a asaltar los cielos de la política, sino a asaltar los menús de restaurantes y hoteles. Tampoco a acabar con la casta, sino a sustituirla. Su única suma es vivir del presupuesto público y ordeñar la ubre del Estado hasta que no quede gota alguna. Sumar rebaño es la mejor manera de seguir dirigiendo la granja.

Son los rescoldos de una pluralidad mal entendida. Algo falla cuando preferimos la barricada que rodea a la tolerancia sin rodeos. Este escenario es producto de una democracia débil, de la que se aprovechan aquellos que menos afecto tienen por la discrepancia y la libertad. Tanto 15M, tanta nueva política, para acabar en la Izquierda Unida de siempre con chapa y pintura rosa. Cuando la pluralidad política trae peores consecuencias para la democracia que soluciones, es hora de replantearse si no estamos sobrealimentando el principio de representación. Hay muchos que deberían ser sólo algunos.

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