Sois repugnantes

repugnantes
  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

De verdad que sois repugnantes. Empezando por el propio PSOE al completo que, en plena tragedia de la asesina DANA, se dedicó a asaltar por decreto la televisión oficial, al tiempo que empezaba a volcar sobre la autoridad valenciana la culpa DANA. La televisión gubernamental, la sanchista, la va a mandar un individuo que refleja exactamente la idoneidad del título de la presente crónica.  ¿Para qué insistir en su vileza? La gente le conoce a la perfección. El Congreso, con los muertos levantinos cayendo a borbotones, le votó a él y a todos sus congéneres zurdos con el encargo de convertir a RTVE en una franquicia directa de La Moncloa. El PP estuvo tardío cuando se retiró el miércoles del hemiciclo; debió empezar la sesión de control pidiendo la suspensión del Pleno, luego lo hizo, pero las «izquierdas», como ahora las denomina Sánchez, se opusieron mientras el balance de muertos en Valencia subía y subía hasta alcanzar ya entonces una cifra estremecedora: casi cien fallecidos por la DANA. Son ya más de doscientos. Por todo esto, sois repugnantes. Lanzar cadáveres desde Interior sobre el presidente de la Generalidad revela vuestra auténtica catadura moral.

Como todos los que vais a salir aquí y ahora. Empezando por el fiscal general del Estado, García Ortiz, que ya está inscrito en el libro Guinness español por haber soportado, sin marcharse con la mínima dignidad, la inspección, la investigación en su propio despacho, de la UCO. No hay precedentes en el mundo civilizado. Pero él sigue ahí, porque así se lo ordena Sánchez. Y más repugnantes. Como Begoña, superimputada, que  merece otra diatriba para sí sola. De verdad que sois repugnantes: el caso Errejón es una operación política en toda regla y además es una tragedia sexual. El citado, el líder de los repugnantes, es un pervertido que no controla su testosterona. En paralelo, todos estos días estamos contemplando el nuevo acceso a los cielos de la política, la resurrección de uno de los políticos más abyectos de la historia de nuestro país: Pablo Iglesias, un pirata, que a lo peor  ha renunciado a un puesto directo en el Consejo de RTVE para aspirar a mayores colocaciones, pero eso, sí, asegurándose dos cosas: la primera, el protagonismo en la televisión oficial, la sanchista, de personajes absolutamente afectos a su causa; la segunda, una influencia directa para imponer (y embolsarse) productos televisivos y, de paso, engordar su buchaca leninista, ya repleta de concesiones públicas de todo jaez. Es su nuevo abordaje. Un tipo repugnante.

Todas estas operaciones están dirigidas por Sánchez y sus cuates repugnantes. Aquí, otra vez, el dúo bucanero Sánchez-Iglesias -número uno y dos del país en otros tiempos muy recientes- va a aprovechar el episodio asqueroso de Errejón, al que han le han cogido con la bragueta a media asta, para montar de nuevo y al alimón un instalache revolucionario para liquidar la España de la Constitución. Repugnantes. Lo del vicioso lo sabían de antemano y han hecho estallar el artefacto en el momento adecuado: éste en el que Sumar está de capa caída, y éste en el que a Sánchez le conviene un escándalo mayor a los que le rodean para tapar sus domésticas desvergüenzas en las que ni Ábalos, ni su señora, ni su hermano le están trayendo precisamente la paz. La señora, por cierto, que ahora tendrá que responder por dos repugnantes delitos más. Uno es de una ratonería quinqui, una apropiación indebida.

Es decir, se han conjurado así: «Éste es el momento», y se han lanzado al cenagal en el que existe mucha agua putrefacta. Artificialmente el Gobierno está defendiendo a Sumar. Queda todo muy bonito, pero muy cínico, inmensamente hipócrita porque la consigna es la doble intención de quitarse de encima el muerto  y de amparar un poquito, pero sólo un poquito, a los chicos  y chicas de Yolanda. Se trata de erosionar a Sumar, a ver si se termina su miserable trayectoria de una vez y, al tiempo, soportar las embestidas de Podemos que ya ha denunciado, con toda solemnidad, que «trasladaron» (es es el verbo utilizado) información precisa a Sumar, desde luego también al PSOE, aunque lo nieguen, de cómo se divertía en sus ratos libres el vicioso Errejón. Ahora, como al jefe de Podemos, Pablo Iglesias y a las Belarras de turno, les interesa tomar venganza de las muchas tropelías que el Gobierno actual ha cometido con ellos/as, se están empleando a fondo porque otean la ocasión chupi de enviar a Yolanda y a todos sus empleados/as a las tinieblas exteriores. Y volver ellos/as al machito.

Sánchez participa decisivamente en esta partida a dos barajas que se está jugando. Lo malo para él es que también necesita los escaños de Podemos, Iglesias al fin, cuyo papel en esta opereta bufa es la del tramoyista que pretende cargarse el decorado. Por eso la crónica insiste en que, colocadas las cosas como han surgido, Errejón ya es sólo un artista invitado a esta farsa. Yolanda, una excrecencia política. Sánchez el director de la perversa escena. Falta Iglesias en su papel de rufián vengativo. Todos causan repugnancia

Fallarás y su próximo libro son también un instrumento. Todo está armado y bien atado. Se asemeja mucho a lo que sucede con la Camorra napolitana que extorsiona, roba y mata, y siempre le echa la culpa a la voraz bahía donde los cadáveres conviven con las mejilloneras. Aquí no hay tales, aunque las mejillones, la cozze napolitana, es Sumar, el partido al que todos los demás, como única coincidencia, pretenden asesinar. Están en ello.

Sánchez, puesto a eliminar inconvenientes, querría, en primeras nupcias, cargarse a Podemos. A eso se resiste naturalmente Iglesias, el leninista sin escrúpulos que sabe muy bien cómo chantajear a Sánchez. No se va a dejar. Consciente todo el mundo de que a Errejón se le fue la mano más de una vez, lo importante es lo que se está terciando, una batalla política brutal retratada así: Pablo Iglesias pretende regresar arrasando a su antigua protegida Yolanda, ésta sólo intenta permanecer, al fin lo mismo que Sánchez, hábil, como ningún otro, cocinando un ragú en el que todos los elementos se odian entre sí. Ésta es la auténtica historia. Un pronóstico: de esta guerra de purgas Sánchez sólo saldrá herido leve; los demás, para el tinte. El jefe de los repugnantes todavía de rositas. Y todo esto sufriendo una hecatombe cuya magnitud aún ignoramos. ¿Es o no repugnante?

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