¡Socorro, gestionan los independentistas!

¡Socorro, gestionan los independentistas!

¿Se acuerdan de lo de la gente “más preparada”? La excelencia en todos los ámbitos, políticos, sociales, económicos y de gestión, ha sido puntal en las peticiones de principio de los nacionalistas. Formaba parte del propio mito de la superioridad catalana. Las bravatas más recientes, con sus golpes alfa en el pecho y alardeos presuntuosos, se dieron durante el confinamiento por causa del coronavirus: en una Cataluña independiente le hubiéramos dado una lección a España por lo bien que nos hubiéramos salido de la pandemia. Las cosas se pusieron tan mal como en otros sitios porque, con el estado de alarma, “nos habían quitado las competencias”. Bien, la prueba del algodón ya la tienen: la devolución de las competencias autonómicas, como quien devuelve una sartén al rojo y ya os apañaréis, por parte del gobierno central no ha llevado a una explosión de buen hacer y de inteligencia natural aplicada sino a un desastre pinchado en un palo. El fin del mando único y esa devolución no sirvió para que el Govern mostrara una mayor coordinación con las comarcas. Ni siquiera mano izquierda: cuando decidió confinar el Segrià, en Lérida, no consultó a los ediles de la zona, que se amotinaron. Y en el área metropolitana no fue mejor: no informó a Nuria Marín, la alcaldesa de Hospitalet de Llobregat, por ejemplo.

¿Qué otra cosa podríamos tener con este gobierno (del de España, hablamos otro rato) de activistas mochileros? ¡Si sólo saben hablar de sus fantasías! Lo primero que han hecho al salir de la cárcel los políticos enchironados por juguetear con golpes de estado es decir que van a volver a las andadas. Las declaraciones de Junqueras (“soy bueno, soy honrado, soy” … ¿un inútil?) son para hundirse en la miseria. Un amigo mío acaba de pasarme un vídeo donde se muestra un encadenamiento de locales cerrados en la antes comercial y bastante selecta (¡Calzados Álvarez!) Plaza de Gala Placídia. Hasta con sus grafitis en las persianas indicando que no es de un día. Sólo quedan bares y comercios de pan. Vamos a tener pan por un tubo, no da para más.

Sí, la gestión de la pandemia ha sido previsible: dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Pero yo tenía un poquito de esperanza: aquí hay gente buena, ¿dónde está? Cataluña puede dar mucho más, Barcelona puede dar mucho más. Qué daño ha hecho la histeria de masas que ha producido el martilleo inclemente del secesionismo ubicuo, por tierra, mar, aire y medios de comunicación: esto ya no lo quiere nadie. Y la maquinaria de propaganda sigue engrasada. Así, seguiremos hundiéndonos.

Algún día tendremos que saber por qué el president Torra prescindió de su comité de científicos para combatir el Covid-19 y confió sólo en las instrucciones de Protecció Civil, dependiente del Departamento de Interior. Es un organismo compuesto principalmente de cargos políticos. Recordemos que Torra anunció el fichaje de Oriol Mitjà, experto en enfermedades infecciosas, para asesorarle y al final se le rebotó (en Twitter, Mitjà expresó su «decepción» con el Govern usando expresiones fuertes como «componenda de idiotas»).

Pero su caso no fue el único en este proyecto de incorporación de lo que algunos denominaron «ciencia catalana», que nunca se formalizó (igual que en el Gobierno de España el suyo). La dirección de la Agencia de Salud Pública estuvo dos meses vacante tras la dimisión de Joan Guix hasta que el director gerente del Institut Català de la Salut, Josep Maria Argimon, aceptó compatibilizar ambos cargos. Muy excelentes y nos pilla el toro. Los independentistas nunca pueden creer que las cosas no saldrán como imaginan. «Las autoridades sanitarias pensaron que tendríamos una pausa del virus en verano, aunque no sé en qué datos se basaron», explicó Álex Arenas, matemático que supuestamente se incorporaba al comité de sabios, al Financial Times. Como siempre, la realidad no es como los separatistas imaginan.

 

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