OPINIÓN

El síndrome de demencia antitrumpista no tiene cura

El síndrome de demencia antitrumpista no tiene cura

Empiezo a pensar que la función más importante de Trump es obligar al progresismo a desplegar su potencial autodestructivo. En muchas, muchas otras cosas, no voy a negarlo, Trump está resultando decepcionante: su errática política internacional y comercial, su enfrentamiento con sus propias bases en torno a la lista de Epstein, sus maneras de matón bocazas, su súbito belicismo, su narcisismo bordeando la autoparodia… Sí, todo eso es cierto, pero aún sigue siendo un activo inapreciable para obligar al rojerío nacional e internacional a revelarse como una caterva de lunáticos.

Trump es único para poner al progre medio al borde de un ataque de nervios, y eso no tiene precio. El último caso es el del paracetamol (Tylenol, en Estados Unidos). Ha bastado que Trump, basándose en las investigaciones coordinadas por su responsable de Sanidad, Robert Kennedy, haya pedido a las embarazadas que no tomen el producto (asociado, al parecer, a un aumento en los casos de autismo) para que se multipliquen como setas en redes sociales, especialmente TikTok, los vídeos de mujeres embarazadas tomando el medicamento en cuestión con la delectación de quien consume ambrosía.

Ahora, yo no tengo la menor idea si esto del Tylenol es una magufada de Kennedy o algo serio, estudiado y documentado. Ni pretendo que para saberlo baste con recurrir a esa figura que se ha vuelto odiosa en estos años, el «experto», que tiende a ser un especialista que coincide con lo que el poder quiere transmitir. La Ciencia -no en el sentido real, sino en el de divinidad difusa e infalible que siempre da la razón a los que tienen mando en plaza y reparten las subvenciones- ha perdido mucho de su prestigio en lo que llevamos de década.

En cualquier caso, es fascinante ese superpoder del actual inquilino de la Casa Blanca, derivado del ya conocido síndrome de demencia antitrumpista (Trump Derangement Syndrome), que debería figurar ya en los vademécum de psiquiatría. Para sí que lo quisieran los superhéroes de Marvel: el poder de que tus enemigos hagan cualquier cosa que desees, con solo pedirles que no lo hagan. Mañana Trump podría, no sé, recomendar al personal que no haga gárgaras con huesos de aceituna y pasado mañana tendríamos una epidemia de asfixias ‘woke’.

En España tenemos un dicho, «que se fastidie mi capitán, que no como rancho». Imaginen la locura de una mujer que espera un hijo arriesgando, aunque el riesgo sea mínimo, a que el niño tenga problemas de salud toda su vida por la satisfacción de contradecir a Trump públicamente.

Me dirán que estas mujeres tienen la seguridad de que el medicamento no va a causar el menor daño a su criatura porque las autoridades en las que sí confían ciegamente -y que, casualmente, ganan fortunas con esa confianza- les han dicho que no hay nada que temer, igual que en esa foto de todos los CEOs de tabaqueras norteamericanas afirmando bajo juramento en el Congreso de Estados Unidos que la nicotina no es adictiva.

Pero es que ni siquiera es así. Les paso un tuit de la propia cuenta de Tylenol del 7 de marzo de 2017: «En realidad, no recomendamos utilizar ninguno de nuestros productos durante el embarazo. Gracias por tomarse el tiempo de expresar sus inquietudes hoy». Oh, pero ¿y el placer de hacerle un corte de mangas a Trump para que lo vean tus amiguitos?

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