Sin nocturnidad, pero con alevosía
En estos tiempos en los que los medios de comunicación hacen cola para pedir limosna en las ventanillas institucionales aunque sea a costa de su credibilidad, profesionalidad y dignidad, viene al caso el trato vejatorio y despreciativo que reciben. Como de costumbre usaremos el fútbol como ejemplo ya que uno se inició en el periodismo deportivo como refugio de la verdad y aunque también haya caído en la trampa y el descrédito, queda un pequeño rescoldo a resguardo de la tormenta que no cesa.
Les comenté ayer el vodevil montado por el Mallorca a fin de usar la imagen de su accionista Steve Kerr para aparentar lo que no son, ni hay. Los americanos de ACQ Legacy Partners se han desvelado en despojar el club que compraron de todo lo que huela a mallorquín. Creo que queda una secretaria en las oficinas y porque despedirla cuesta una pasta. Han aprovechado las vacaciones del reciente oro olímpico del seleccionador USA de baloncesto y entrenador de los Warriors de San Francisco, Steve Kerr, para menospreciar a los periodistas locales enviándoles una entrevista redactada por y desde el club, cuyo lamentable departamento de prensa se mueve por simpatías personales y antipatía a su propio trabajo o, mejor dicho, reconocida y reconocible vagancia. Mientras los diarios, deportivos y no deportivos, de tirada estatal eran invitados a debatir con el socio estrella de la entidad, los de casa, los que aguantan estoicamente todo el año carros y carretas, recibían texto y fotos, convenientemente editados en rosa, emanados desde el despacho de quien algún día fue periodista y ahora solo retiene el título. Allá ellos, claro.
Nunca he sido corporativista. No voy cual perro comiendo carne de perro, eso se lo dejo a los gabinetes de prensa. En todo caso no existe mayor desprecio que el de no hacer aprecio. Por el contrario, es obligatorio desenmascarar a aquellos que, como los políticos, usan a los ciudadanos, aficionados en este caso, como coartada para sus actividades. Dije que en Son Moix no es oro todo lo que reluce y para lo que no brilla no basta una sola excavadora. Y conste que a mi ni me va ni me viene, mis guerras terminaron años atrás más por suerte que por desgracia.