Sí al ‘pin parental’

Sí al ‘pin parental’
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Ha vuelto la polémica. La gente habla y no para de este escocido asunto y realmente no sabe de qué va. Ahora, la sucursal andaluza de Vox ha anunciado que retira su apoyo al Gobierno de Moreno Bonilla si, por fin, no aprueba el tal ‘pin parental’. Hay que recordar que el ‘pin’ fue una de las exigencias más notables de Vox para apoyar la investidura del hoy presidente regional. Y Vox quiere cobrarse la pieza. La ruptura entre Casado y Abascal tiene esta hipoteca; por lo pronto, se trata de que Moreno se avenga a cumplir con su mandamiento. Vox, según transmite su más brillante parlamentaria, Macarena Olona, cree que el presidente lo hará más pronto que tarde porque ella avanza que “Juanma es un hombre de palabra”. Lo será, pero resulta que tiene como coligado a un personaje tan oscuro como pertinaz: Juan Marín, el vicepresidente del Ejecutivo. A lo mejor él por su cuenta sí se habría avenido ya a consensuar el ‘pin’, pero desde Madrid, la todavía presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas se reviste de progre de guardarropía y le prohíbe apoyar una iniciativa trascendente.

Y no se entiende. Es sorprendente que un partido, que se declara liberal, intente impedir la concreción de un derecho fundamental: a saber, que los padres puedan conocer de antemano qué tipo de educación se les imparte a sus hijos, sobre todo si la enseñanza versa sobre temas por lo menos discutibles como el feminismo actual, la apuesta LGTBI, el género, el aborto o la eutanasia. ¿De cuándo acá el Estado puede modelar las mentes de nuestros hijos o nuestros nietos en asuntos candentes como estos? Arrimadas se abraza a los socialistas y a sus socios leninistas, y apoya una ley que descuenta el papel de los progenitores en la educación de sus vástagos. No tiene nombre o, mejor sí, lo tiene: se llama atentado contra la libertad de los padres de saber de qué van los contenidos que, presuntamente, van a explicar en la escuela personas que, a lo peor, son sencillamente apóstoles de una revolución social absolutamente insoportable.

Fíjense hasta dónde marcha el proyecto, que la ministra de Educación, la señora Celaá, una apóstata de los principios que le inyectaron en su colegio católico, ha llegado a justificar la inclusión a las bravas de temas como los tratados, en función de que, textualmente, “los hijos no pertenecen a los padres”, una afirmación que ni siquiera es marxista como la susodicha Celaá, es trasnochadamente fascista, fascista de la peor condición: la nazi. Aquel régimen de Hitler secuestraba literalmente a los niños, les lavaba el cerebro, pobrecitos, y se les convertía en soldados de un sistema miserable. La coyunda entre el PSOE  y Podemos ha renacido aquel abyecto sistema. Se comprende que Sánchez, un individuo carente de principios que sólo tiene como objeto preservarse en el poder aún a costa de laminar todo nuestro entramado social, instale esta revolución. Caso parecido es el de Iglesias y sus muchachos leninistas que tienen el mismo aprecio por la libertad que la estética por su indumentaria. Pero, y ¿cómo aceptar que Arrimadas y su esquelético partido, dice que liberal, se sume a este despropósito? Sólo tiene una explicación: desea poner tierra de por medio entre su tiendecilla ideológica y el PP, y desde luego también con Vox. No guarda otro sentido.

Aunque se puede hallar otro y bastante sólido: es el de no aparecer a la contra enchufado a organizaciones de católicos profesionales como Hazte Oír, que pretenden instalar (son sus palabras) el Reino de Dios en la tierra, aún a base de porrazos. Personalmente esa secta del Yunque y Hazte Oír me resultan repulsivas. Sus métodos fanáticos mucho más, pero en este proyecto de ‘pin parental’ han tocado carne y se han subido al autobús  con la mayor de la obscenidades. Ellos, los citados, no creen en nada, sólo en adocenar a los mismos que quieren salvar, pero, para el caso, lo que defienden, es respetable y todavía más: imprescindible. El ‘pin parental’ es una especie moral y pedagógica que, si el Partido Popular fuera listo ya habría hecho suyo, porque consiste, ni más, ni menos, que en bendecir la libertad en contra de los totalitarios que pretenden derribarla. Bien es cierto que en la Región de Murcia donde también gobierna una coalición PP-Ciudadanos, el ‘pin’ ya está funcionando y, afortunadamente, los padres de aquel territorio español pueden estar muy al tanto de qué se les enseña en los colegios a sus retoños queridos.

El Gobierno ya tiene demostrada su nula querencia por la libertad individual. No tiene ninguna; es más, le resulta molesta, enojosa, por eso trata de volarla para hacer de cada uno de nosotros un socio berrendo de sus pretensiones. El ‘pin’ debería ser ya uno de los afanes del centroderecha español. Una causa que sin duda provoca adhesiones. Da igual -lo repito- que se hayan empotrado en él, sujetos tan política y moralmente ruines como los mencionados. Póngales fuera. La iniciativa de Vox en buena, decente, imprescindible. No sé a qué está esperando el Partido Popular para ayudar a que esta coalición ultraizquierdista no se la lleve por delante. Por lo que respecta al cronista, la postura es terminante: Sí al ‘pin’, ni siquiera puedo tener en cuenta la presencia de alguno de los compañeros de viaje que se han apropiado de la resistencia.

 

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