Semana decisiva: ¿Fin del bloqueo?

Semana decisiva: ¿Fin del bloqueo?
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La semana política que hoy comienza, culminará el próximo domingo con unas elecciones, quizás las más decisivas de las catorce celebradas con la actual Constitución.

Recordemos que legalmente estamos en periodo electoral desde hace tres días, aunque llevemos todo el año en campaña. La incapacidad de llegar a acuerdos tras el 28 de abril, obligó a esta repetición electoral, y las encuestas y posiciones de los partidos no presagian que vaya a resultar fácil superar el bloqueo anterior. Sánchez es el autor del conocido «no es no, señor Rajoy» con el que instauró en España esta cultura del bloqueo político, primero desde la oposición y ahora desde el Gobierno, aunque sea en funciones y habiendo accedido a él por una moción de censura. Comenzó esta práctica del bloqueo tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015, que obligó a repetirlas seis meses después y abocó al PSOE a su traumático ‘cese-dimisión’ como Secretario General para evitar tener que ir a unos terceros comicios. Tras haber forzado tres bloqueos en las tres veces anteriores, ahora es la cuarta ocasión en cuatro años que es candidato por su partido a la presidencia del Gobierno. Por eso, más allá de ilusiones o utopías, quien resulte ganador el próximo domingo va a tener que pactar con unos o con otros, bien para alcanzar la investidura y la gobernabilidad, o para conseguir un gobierno de coalición.

La situación insurreccional que vivimos en Cataluña va a tener esta semana días de especial  tensión. Cuando escribo estas líneas, la Familia Real está en Barcelona para asistir a unos actos que no pueden celebrarse donde deberían, en Girona, por estar instalados en la excepcionalidad. Una anormalidad a la que no podemos ni debemos acostumbrarnos. La grave amenaza que esto supone para nuestra convivencia democrática y para la misma subsistencia de la nación española, exige respuestas a la altura del momento.

La cronificación de esta situación puede acabar inexorablemente en  una crisis sistémica de imprevisibles consecuencias. A la vista de la posición de Pablo Iglesias y su partido sobre Cataluña, el Sr. Sánchez, si resultara vencedor el domingo —que está por ver—, no tendrá más opción que entenderse de una u otra forma con el PP.

Va a haber que aplicar el aforismo de «hacer de la necesidad, virtud». La necesidad es un Gobierno sólido, con amplio respaldo parlamentario para implementar las medidas a corto, medio y largo plazo que demanda la situación de Cataluña. La virtud será incluir, tras la recién instaurada cultura del bloqueo, la práctica del gobierno de coalición, o el pacto equivalente. No existe alternativa, por cuanto el precio a pagar sería una crisis del sistema de tal magnitud que lo de menos es la irrelevancia futura de los dos grandes partidos españoles. La Historia de España es maestra en mostrarnos episodios de dramatismo que no es necesario recordar.

Se podría hacer una agenda de las cuestiones que el nuevo Gobierno deberá afrontar, sea cual sea el que se forme, pero hay una que es previa a todas los demás: qué hacer con el autogobierno de Cataluña cuando sus dirigentes están en pública actitud de desobediencia al Estado y a la Constitución. Ya hay experiencia de la aplicación del artículo 155 y doctrina del Tribunal Constitucional al respecto: sabemos lo que se hizo bien y las carencias que su aplicación tuvo hace dos años.

España necesita, en esta hora, políticas y hombres de Estado capaces de superar la práctica del bloqueo. Lo afirmo confiando en que la situación, con ocasión de la visita de los Reyes y la Princesa de Girona, transcurra por cauces «asumibles». Y, en especial, que el próximo fin de semana no recuerde en Cataluña a jornadas similares de 13 de marzo de 2004 y 1 de octubre de 2017.

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