Sanchismo: los pobres son ‘ricos discontinuos’

pobres Sánchez

Las recetas de la izquierda en el poder, es una realidad comprobada empíricamente en todos los países y en todos los continentes donde se aplican, lo que ocasionan es aumentar la pobreza entre la población, o mantenerla, como mínimo. Y, por cierto, que es mayor la generada cuanto más radicales y extremistas son sus planteamientos ideológicos. Los datos estadísticos no dejan margen a la duda razonable, y bastan y sobran los ejemplos en Iberoamérica, desde la Cuba que era un país con mayor renta per cápita que la de EEUU cuando asumió el poder el comunismo castrista en 1959, hasta Venezuela, arruinada por el chavismo marxista, con las extraordinarias reservas de petróleo de que dispone.

Entre esas indiscutibles referencias podemos encontrar a variedades que incluyen desde Nicaragua con el clan comunista de Ortega, hasta Argentina con el de los Kirchner etc. En África, sin perjuicio de la herencia todavía demasiado presente de la explotación colonial europea, sucede otro tanto, y no nos referimos a Oceanía por tener la suerte de no padecer de esa experiencia. El caso de China como la antigua URSS, merece capítulo especial, pero es significativo que la China continental sometida a la dictadura política comunista, se defina como «un país y dos sistemas», optando por el sistema liberal y capitalista en lo económico manteniendo el yugo político como sabemos. Todo ello sin perjuicio de que «no sólo de pan vive el hombre» y que los derechos humanos y las libertades públicas brillan por su ausencia, combinando su antidemocrático régimen político con esas recetas económicas.

Pero lo que supera todo lo imaginable es el cinismo de los gobernantes de todo ese perfil político iberoamericano, que abiertamente reconocen que necesitan de los pobres, de las clases más desfavorecidas para perpetuarse en el poder. No son fakes- aunque pudiera pensarse que lo son- las declaraciones de dignatarios pertenecientes a ese ámbito ideológico reconociéndolo abiertamente. Desde el populista AMLO que sigue queriendo culpar a España de todos sus males- dos siglos después de la independencia mexicana y pese al paralelismo a lo comentado respecto a la Cuba precomunista, en su caso para el virreinato de la Nueva España, hoy México, pasando por el colombiano Petro, sus declaraciones públicas y publicadas lo afirman sin ningún rubor. La presidenta nacional de Morena el partido de López Obrador lo expresa con claridad: «El problema que aquí hay que entender… es que cuando sacas a gente de la pobreza y llegan a clase media, se les olvida de donde vienen porque la gente piensa como viven». El general venezolano Lameda, ex miembro del equipo de Hugo Chávez, por su parte expresa: «Cuando le planteé al presidente Chávez los problemas económicos y financieros que debíamos afrontar, con un cinismo absoluto me respondió que yo no entendía lo que era la revolución. Se trata de mantener a los pobres como pobres, pero con esperanza, porque son los que nos votan a nosotros y nos mantienen en el poder; si dejan de ser pobres pasan a ser nuestros enemigos».

Literalmente lo mismo que proclama Gustavo Petro, el presidente colombiano amigo de nuestro Pedro: «Cuando los pobres dejan de ser pobres se vuelven de derechas y entonces tenemos un problema». El remate lo pone el propio AMLO : «Ayudando a los pobres va uno a la segura» (al desastre). Porque para defender la transformación no se puede contar con ellos que ya han pasado a la clase meda, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad… No es un asunto personal, sino de estrategia política». Quien dude de la veracidad de esas declaraciones puede comprobarlo. Para estos políticos el objetivo es el cambio, llámese éste revolución o transformación, de las estructuras económicas sociales y políticas pero con la premisa de mantenerles en el poder, que es de lo que trata. «Es necesario que todo cambie para que todo siga igual», es la célebre paradoja gatopardista o lampedusiana que aplican ahora por nuestros lares sus aprendices de brujo, amamantados en esas mismas ubres ideológicas. Al fin y al cabo para Sánchez y Díaz, los pobres son ricos discontinuos como los enfermos son sanos. Sólo que todos, menos ellos, son discontinuos.

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