Sánchez, la vileza de un cobarde

Sánchez, la vileza de un cobarde

Es sencillamente imposible justificar la ausencia del presidente del Gobierno del funeral por las víctimas de la tragedia de Valencia, porque si la excusa es que es un acto organizado por la Iglesia católica -una justificación que rezuma sectarismo- el pretexto de la inasistencia sería extensible al resto de miembros del Gobierno que sí estuvieron presentes en la ceremonia. No nos engañemos: Pedro Sánchez no ha ido porque su soberbia y cobardía moral le impiden acudir a un acto donde podría haber sido  censurado públicamente, como le ocurrió en Paiporta, de donde tuvo que huir apresuradamente ante las evidentes muestras de rechazo de una población abandonada a su suerte. No eran peligrosos ‘fascistas’ los que descargaron su ira contra la comitiva presidencial, sino gente que lo había perdido todo. Y Sánchez lo sabe, por eso sigue huyendo.

El presidente del Gobierno no es de esos que entienden que hay obligaciones inexcusables en virtud de su cargo, porque la infinita vanidad del personaje le lleva a la ignominia de no no acudir a un acto de homenaje a las víctimas de la mayor tragedia vivida en España en décadas, exhibiendo una insoportable vileza que pretende esconder tras la excusa de que el Ejecutivo ha estado ampliamente representado en el funeral. No, Pedro Sánchez, hay cosas que no se delegan jamás. Sus Majestades los Reyes han presidido un acto del que se ha descolgado Pedro Sánchez -y al que han asistido el presidente valenciano, Carlos Mazón, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo,- por pura miseria moral, por una obscena forma de entender lo que representa su cargo.

No estar en el homenaje a las víctimas mortales de la DANA retrata al personaje, que sí estará en el homenaje a las víctimas del franquismo, como si buscara compensar su ausencia de los actos de Valencia con su presencia en un acto que nada tiene que ver con la reciente tragedia, lo que constituye una perversa y grimosa instrumentalización política. Pedro Sánchez es un cobarde y su ausencia del funeral presidido por los Reyes confirma que estamos ante un auténtico fugitivo de la dignidad y la decencia.

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