Sánchez traga y va más allá de la indecencia: piso y trabajo para los presos etarras

Sánchez traga y va más allá de la indecencia: piso y trabajo para los presos etarras

Parece evidente -no hace falta ser muy sagaz- que el acuerdo alcanzado entre Pedro Sánchez e Íñigo Urkullu que ha permitido que el País Vasco se haya hecho con las competencias en materia de prisiones, a la vez que los presos etarras son trasladados a las cárceles de esa comunidad, es la primera etapa de un plan que terminará con los asesinos en la calle.

Ahora que el País Vasco se ha hecho con el control, Sánchez se lavará las manos cuando el Gobierno vasco decida aplicar los permisos penitenciarios dentro del plan de reinserción del colectivo de presos etarras. La consejería de Justicia del Gobierno vasco ya trabaja en el denominado ‘Programa Hitzeman’, aprobado en septiembre de 2014, y que recoge los pasos a seguir con los presos de ETA una vez asumida la competencia de Prisiones. Dado que los permisos penitenciarios serán competencia del Ejecutivo de Urkullu y habida cuenta de que la palabra es «reinserción», «las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y resocialización de las personas presas». ¿Y qué quiere eso decir?, se preguntarán ustedes. Pues muy sencillo: que para que los presos etarras se «resocialicen», se les ofrecerán «soluciones humanitarias». ¿Cuáles? Pues de cajón: viviendas sociales y un empleo digno. Lo que no tienen millones de españoles lo obtendrá un grupo de asesinos.

El plan apuesta decididamente por prestar «apoyo para la inserción laboral y el acceso a la vivienda» de los presos de ETA que queden en libertad. Los etarras, pues, contarán con el apoyo de las instituciones vascas para lograr trabajo y casa, un privilegio en reconocimiento a su sangriento historial criminal. Eso sí, a cambio tendrán que colaborar con universidades, asociaciones, ayuntamientos y proyectos concretos.

Eso es lo que, con tal de mantenerse en el poder, ha permitido Sánchez: convertir a los presos de ETA en una casta de privilegiados: casa y trabajo por los servicios prestados. Una indecencia que provoca repugnancia.

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