Sánchez tiene razón: Podemos no puede montar un Gobierno dentro del Ejecutivo

Sánchez tiene razón: Podemos no puede montar un Gobierno dentro del Ejecutivo

Menudos socios son Podemos si para pactar con ellos la gente de la máxima confianza de Sánchez está realizando ya un control de daños sobre el impacto que causarán en su acción política, dando por descontado que en ningún caso tendrá algo de positivo. Menudos socios son las mujeres y los hombres de Podemos cuando el PSOE está haciendo encaje de bolillos para otorgarles ministerios marías, es decir, Vivienda, Infancia y Juventud, Igualdad, más una Vicepresidencia simbólica. Y menudo presidente es Sánchez cuando expone el destino de 47 millones de ciudadanos a la influencia de un partido de la extrema izquierda más radical, de reconocidos orígenes y simpatías comunistas, que mantiene hasta el momento que escribimos este editorial relaciones –no sólo financieras, que también– con dictaduras del tenor de Irán, Cuba y Venezuela. En Teherán, La Habana y Caracas –ojo: y en Moscú– van a conocer hasta el tamaño de las mesas de los ujieres de nuestros Ministerios y Secretarías de Estado.

Su presencia cotidiana y constante en los medios puede hacernos minusvalorar a Pablo Iglesias y compañía. Podemos es un partido antisistema en la acepción más literal del término; está en contra de los pactos de la Transición, de la monarquía parlamentaria, de la democracia liberal, del libre mercado. De todo aquello que, con sus defectos, porque nada es perfecto, nos ha dado los 40 mejores años de convivencia y prosperidad de nuestra Historia contemporánea. Si en Podemos aceptan las reglas del juego sólo es para entrar en la partida con el claro objetivo de subvertir el orden constitucional y destruirlo.

Esto es precisamente lo que pretenden realizar; y lo harán gracias a Pedro Sánchez; un individuo cuya mezcla de obstinación y carencia de escrúpulos tiene al país paralizado desde 2015. Tras un año en funciones, tras ser expulsado de su propio partido, tras ganar unas elecciones por la mínima, con peores resultados de los que obtuvo Rajoy en 2016, tras tres meses de esotéricas negociaciones, tras todo ello, ¿qué tenemos? Tenemos el intento de sacar adelante un Gobierno sea como sea, de cualquier forma, en el minuto de descuento, con los peores especímenes de nuestra clase política, incluidos amigos de etarras y secesionistas.

Dicen que en el pecado va la penitencia. En el caso de Sánchez, va por descontado. Por mucho que tengan una vicepresidencia simbólica, por mucho que les den ministerios marías, en Podemos lo tienen claro; montarán un Gobierno bis, torearán a Sánchez y utilizarán las instituciones en provecho propio y de su ideología radical. Muy probablemente lo conseguirán, porque Sánchez y su equipo están demostrando ser una nulidad en el plano político; lo único brillante que han ejecutado, la moción de censura, fue idea de Iglesias, que se lo sopló. Sólo está donde está por la división de las derechas, pero esto es harina de otro costal.

Lo grave es que Sánchez, auténtico hombre hueco sacado del poema de T.S. Eliot–“Somos los hombres huecos, somos los hombres rellenos, apoyados uno en otro, la mollera llena de paja. ¡Ay! (…) Figura sin forma, sombra sin color, fuerza paralizada, gesto sin movimiento”–; lo triste es que un individuo así, vacío de proyecto, lleno de ambición, despótico con el débil, sumiso con el poderoso –Trump le dijo: «Sit down» ¡y se sentó!–; lo verdaderamente grave es que Pedro Sánchez exponga la libertad, el futuro y el bienestar de los españoles a semejante panda de lunáticos.

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