Sánchez reúne a su comité de paniaguados

Sánchez reúne a su comité de paniaguados

Este sábado Sánchez ha llamado a filas, a cerrarlas, a sus fieles. Hace un año que no convoca a su Comité Federal formado por una tribu de paniaguados que, en su mayoría, o quizá en su totalidad, deben su actual estado de bienestar, al jefe de La Moncloa. Apenas ganada la primogenitura del PSOE, el preboste ahormó los órganos de dirección del partido, hasta convertirlos en mera caja de resonancia de sí mismo. O sea, una cuadrilla de individuos de tercera que no abre el pico ni para sorber agua.

El cupo de ‘disidentes’ se queda en un par de avanzados que, ellos sí, alzan la vocecilla para pedir más de lo mismo; nada con sifón para su benefactor y mucha candela para la derechona y allegados. Este cupo está formado por dos tronantes: el actual alcalde de Valladolid, un tal Puente, asiduo ocupante de cruceros de lujo, y el veterano Elorza al que toda agresión al PP le parece chata. Los demás se limitan a aplaudir como ese alcalde de un pueblo de Granada que en parecida ocasión se pronunció así: «Tenemos, Pedro, la suerte inmensa de tenerte con nosotros». No se despojó de la silla y se subió al estrado del presidente para propinarle un beso, porque ahora más que nunca hay que guardar las distancias.

Ósculos aparte, nada se puede esperar de esta reunión zangolotina del sábado. De todos modos a Sánchez se le ha nublado el objetivo. Se acordó de que tenía que llamar a rebato a su rebaño no porque los tiempos se lo exigieran (hace más de un año que el Comité no daba señales de vida) sino porque había un candidato a quien apoyar, el ministro de Sanidad, Salvador Illa que, como ha dicho un colega de Gobierno, ha hecho el tremendo esfuerzo, sacrificio incluso, de abandonar un sitial ejecutivo para someterse en su tierra al dictamen de las urnas. ¡Oh, Illa, qué grande sos! Pero resulta que los conmilitones separatistas de Sánchez le torcieron el pulso y aplazaron las elecciones regionales, con lo cual, el líder se quedó sin rápido discurso. Ahora el Tribunal Superior de Cataluña tendrá que dictaminar definitivamente si los comicios cursan para el 14 de febrero. Se sabe, porque se sabe, que, de respetarse la fecha un día de estos, más pronto que tarde, Sánchez anunciará su medida estelar de la legislatura: el indulto para los sediciosos de octubre del 17. Todo está preparado para este gran trompazo que estallará en insufrible propaganda por asociados mediáticos, los palmeros, del gurucillo Redondo.

No hay que esperar, según las fuentes del cronista, nada importante de este sábado barcelonés. Ahora la estrategia es blindar de nuevo a Illa para que aparezca como el gran muñidor del combate contra el maldito virus. El reaparecido ministro ya se ha avenido a concordar con las regiones, una nueva cronografía para las alarmas y las alertas, lo que es tanto como aventurar que retirará su insólita apelación al Supremo y dejará que cada quien fije las horas de encierro como le mejor le parezca, Porque, veamos: ¿es cierto o no lo es que el Gobierno social leninista había dejado en manos de los dirigentes autonómicos el encare de la crisis viriásica? Pues sí, pero está ocurriendo coloquialmente lo contrario: encárgate de esto que luego ya te impediré que te encargues. Eso es lo que hizo Illa, un mandado del sectario Sánchez, con Mañueco, el presidente de Castilla y León que trabaja por su cuenta, al estilo, por ejemplo de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La amenaza judicial a Mañueco, como tantas otras contra Ayuso, se la ha tenido que envainar. En el fraude del comité que se celebrará este sábado con mando a distancia, telemáticamente, ni siquiera se presentará un plan decidido para abordar la hecatombe en la que ya estamos sumergidos. No se presenta porque directamente no existe; no lo tienen. Ahora mismo, la triste realidad es que España no está recibiendo ni un euro de los famosos fondos europeos de los que tanto presumió el líder, que el programa de vacunas se está retrasando y que el gran dato que debería poner a cualquier Ejecutivo manos a la obra, la deuda del país, se ha disparado por encima del 114 del producto interior bruto. Una catástrofe.

Y el Gobierno ¿en qué está? Pues los del PSOE aconsejados por Redondo en jugar al ajedrez para adivinar los movimientos del contrario y ensayar su disolución, y Podemos en tapar sus vergüenzas domésticas, desde la financiación ilegal del partido, a las trapisondas ilegales de Iglesias. Cada vez les atañe un problema, Iglesias y sus socios sacan a relucir a la Monarquía, pero no triunfan con esta especie; hoy mismo los datos son que la Corona, lejos de debilitarse por los ataques miserables de los leninistas está acreditando cada día más su popularidad y raigambre entre los españoles. Iglesias, el ídolo intelectual de Redondo (¡hay que tener mal gusto!) está fracasando con esta estrategia y, encima, está consiguiendo, que su coalición con Sánchez, sea vista con gran desconfianza por la mayor parte de los españoles. En todo caso: quien espere que este sábado Sánchez comparezca ante los suyos para realizar algo parecido a una autocrítica, que vaya rebajando su entusiasmo. Nada de nada, como no sean imágenes de satisfacción para consumo de los medios propios y asociados. Es decir, una vergüenza nacional

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