Sánchez es un peligro para la democracia mayor que el de los golpistas

Sánchez es un peligro para la democracia mayor que el de los golpistas

La destitución -que no sustitución, Margarita Robles- de la directora del CNI es la expresión más fidedigna de la rendición del Estado. Es la forma que el Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez tiene de arremeter, de forma miserable , contra la democracia española, despojándola de su razón fundamental de ser al entregar su seguridad a una cuadrilla de sediciosos que han logrado su propósito de anular las instituciones del Estado que encarnan la defensa de nuestro marco constitucional. Podría decirse que Sánchez ha decidido unirse a los golpistas catalanes en su intento de doblegar al Estado.

La felonía no tiene precedentes y es la constatación empírica de que el Gobierno de España ha traspasado todas las líneas rojas. Más allá de ese umbral no hay nada más que ignominia, indignidad, vileza. España ha sido entregada como moneda de cambio a los separatistas a los que el presidente ha decidido unir su destino y lo peor es que, a medida que Sánchez se vuelve más débil, más miserable es su comportamiento. La destitución de la directora del CNI traerá consecuencias, porque Sánchez ha atentado políticamente contra la seguridad nacional, dejando a los pies de los caballos a quienes han velado por garantizar la defensa de España.

Que quien no ha hecho otra cosa que cumplir con su obligación de perseguir a los enemigos de la Nación haya sido destituida para satisfacer a un grupo de golpistas que mantienen en jaque al Estado es la confirmación de que Sánchez representa un peligro para la democracia mayor que el que representan los sediciosos que le mantienen en La Moncloa. En estas circunstancias, es más necesario que nunca apelar al sentimiento patriótico -en el sentido más natural del término- de la sociedad española para castigar en las urnas a quien lleva años comportándose como un traidor

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