Sánchez ordena y la Abogacía del Estado se pliega a los golpistas

Sánchez ordena y la Abogacía del Estado se pliega a los golpistas

La decisión de la Abogacía del Estado de solicitar al Tribunal Supremo que libere de forma temporal a Oriol Junqueras, en presión por un delito de sedición, para que pueda acudir al Parlamento Europeo para obtener su acta de diputado es el «gesto» que esperaba ERC para sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez. De este modo, la Abogacía se aparta del criterio de la Fiscalía, que considera que la sentencia del «procés» ya es firme y no cabe retrotraer las actuaciones a un momento en el que el procesado estaba en prisión provisional.

No por previsible, la decisión de la Abogacía del Estado revela la gravedad de la situación. El Gobierno de España ha trazado una estrategia de retroalimentación de intereses con el separatismo. Sánchez une su destino a a las exigencias de los golpistas, de manera que el proceso de degradación institucional avanza a pasos acelerados. España y los españoles están siendo utilizados como moneda de cambio. Sánchez accede al chantaje separatista, se mantiene en La Moncloa y emprende un plan orientado a debilitar de forma progresiva el marco constitucional. Esto es, a retirar todos los diques de contención que impedían al separatismo subvertir el orden jurídico. Es, en suma, un plan de dilución del Estado de Derecho. A partir de ahí, España se queda sin defensas, desnuda ante la ofensiva de quienes pretenden romperla. Sánchez será presidente del Gobierno, pero el coste de sus cesiones lo pagaremos todos los españoles.

Lo que está ocurriendo es de una gravedad superlativa, porque nunca antes un Ejecutivo se convirtió en el colaborador necesario de un grupo de golpistas. Y Sánchez es eso. La Abogacía, por orden del Gobierno, ha adaptado su escrito a las exigencias de ERC. A partir de ahora, Sánchez podrá ser presidente del Gobierno; su supervivencia en el cargo dependerá del visto bueno de los independentistas, que irán incrementando el precio de su chantaje. Estamos, pues, ante un momento crucial de la historia de España, porque pocas  veces como ahora estará a merced de sus enemigos.

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