Sánchez, el liberticida

Sánchez, el liberticida

Robespierre fue útil para mostrar a los franceses que la egalité no es sinónimo de liberté. Entre otras razones, porque el uso arbitrario de los derechos iguales facilita la violación de esos mismos derechos. Como el déspota Sánchez no tiene ideología, se aferra a los abusos y suple su falta de ideales por un único afán, seguir gobernando. Hace lo que se le antoja, ya sea ruinoso o demencial, para enrocarse en la Moncloa hasta el final de sus días. De ahí que haya comprado (con millones de euros salidos de nuestros impuestos) el apoyo de tribus asilvestradas que odian a la nación española y al Rey. A Sánchez, el liberticida, sólo le mueve su ego, algo normal en un político inculto.

NOTA. Liberticida según la RAE: el que mata o destruye la libertad, así mismo el que anula, deroga, quita o niega el estado.

¿Qué haría tal inepto de lograr situarse en la jerarquía de los valores de Occidente, sino el ridículo? Lo que hace a diario presidiendo el Gobierno español. Nunca se levanta con la sana idea de no mentir y siempre se acuesta urdiendo memeces insanas. La última barbaridad que se le ha ocurrido, sugerida por Marlaska y propulsada por los no menos nefastos podemitas, es la de crear una nueva ley de seguridad ciudadana que proteja a los delincuentes violentos y anestesie la autoridad de la Policía y de la Guardia Civil, de los pocos cuerpos dignos, junto a los Ejércitos, que nos sacan las castañas del fuego. El liberticida ha entrado en barrena y aparecen signos inequívocos de que su zafio imperio, levantado con gentuza, toca a su fin. Sería una buena noticia que la primavera de 2022 festejara su desaparición.

Ho tornarem a fer”, ladran los golpistas indultados y Sánchez, dado al plagio repite: “Si tuviese que volver a hacerlo, lo haría de nuevo”. Él también se pasa por la bragueta los estados de alarma declarados inconstitucionales. Su total desprecio hacia la legalidad vigente y los jueces, bate récords. Al emperador de los vagos, todo le vale. Le da lo mismo jurar que España va bien, cuando expertos en economía avisan de que va a la ruina, como le sale por una friolera recortar las pensiones, porque sí se lo exige la UE, para entregar los fondos que él, luego, subastará entre sus aciagos socios. El hijo de la chingada   -en terminología nicaragüense- e infame dictador Ortega, llama a España y a la UE, nazis y fascistas, y Sánchez, no dice ni pío. Jamás tuvimos un presidente tan esquivo, salvo ZP, capaz de dejar tirados a los pensionistas e indefensa a la nación.

“España va bien”, jura el trilero. Pero los titulares de la prensa libre hablan de desastres. Bruselas no se ha tragado tus presupuestos fake y recorta hasta el 4,6% el crecimiento del país en 2022. La sexta ola asoma la cresta y revive la pandemia. Huelga de transportistas antes de Navidad. La Generalidad financia el acoso al castellano. El precio de la luz funde a miles de familias, La indecente y vulgar coalición social-comunista, por fin revienta y se hace añicos. La Policía y la Guardia Civil saldrán a la calle para pedir el cese del más traicionero y blando ministro de Interior que hemos tenido. Sí, Sánchez, gracias a ti y a tus trolas, España va bien. Recuerdo un verso de Huidobro que te retrata a la perfección: “El pájaro tralalí, tralalá, canta en las ramas de tu cerebro”. Los damnificados de La Palma aún esperan, sentados y cubiertos de ceniza, las ayudas que les prometiste.      

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