Sánchez: del poder absoluto al circo y la dejadez
Lo de este Gobierno me sigue resultando incomprensible. Desde que comenzara esta pandemia, Sánchez ha mostrado más interés por el poder y por pavonearse en aquella especie de “Aló Presidente” con el que nos atormentaba todos los fines de semana, que por remar a favor de obra e intentar minimizar en todos los aspectos (sanitario, económico y social) el impacto del COVID-19. Y me explico.
Comenzamos con un ejercicio de poder absoluto por parte del Gobierno, pues hicieron uso y abuso del Estado de Alarma. Fue un periodo en el que tomaron medidas, muchas de ellas desacertadas, de manera unilateral: no escucharon a los científicos a la hora de tomar medidas preventivas, ignoraron al personal sanitario cuando reclamaban mayores protecciones y también despreciaron la información y las peticiones de las Comunidades Autónomas, quienes estaban por cierto mucho más pegadas a la realidad.
Bien, pues después de esta regresión al absolutismo, y una vez terminado el Estado de Alarma, el Gobierno ha decidido desentenderse del problema. Parece que una vez que han devuelto las competencias a las Comunidades Autónomas, el COVID-19 no va con ellos, ni en el fondo (nuevas medidas o políticas) ni en las formas (véase como ejemplo que Sánchez era el único Presidente del Gobierno que no llevaba mascarilla durante el Consejo Europeo).
Una de las más claras competencias que el Gobierno tiene completamente abandonada es la de los aeropuertos. Barajas está desafortunadamente sirviendo de puerta de entrada de casos de COVID-19, que luego a su vez se están distribuyendo por toda España, siendo causante de gran parte de los rebrotes. Y los ministros Illa y González Laya en lugar de elaborar un plan de sanidad exterior (tests PCR en los países de origen de los vuelos entrantes) parece que le están poniendo una alfombra roja al virus.
Es imprescindible, como así le han reclamado varias CCAA, entre ellas Madrid en sendas cartas oficiales, que el Gobierno presente un plan de contención nacional para controlar las llegadas de turistas a los aeropuertos españoles. Y eso sólo se puede conseguir si se imponen los test tanto en origen, como a la llegada a los aeropuertos españoles.
Tests que deberían hacerse también de manera generalizada a todos los españoles, pues está demostrado que la mayoría de los nuevos contagiados son asintomáticos. Por cierto señor Sánchez, prometer promete mucho pero lo de cumplir no se le da tan bien: España sigue a la cola en número de tests realizados por millón de habitantes.
Pero ellos están a otra cosa y hablemos del resultado del Consejo Europeo.
Lamentable fueron las imágenes cedidas por Moncloa, en las que Sánchez llega de Bruselas y es aclamado por un grupo de cheerleaders como si viniera de descubrir la fórmula de la CocaCola o como si de una estrella de rock se tratara. Desgraciadamente el Palacio Presidencial cada día se parece más a un circo que a la sede del poder ejecutivo.
Entrando en materia, es cierto que el acuerdo sobre la distribución de ayudas del Fondo de Reconstrucción europeo es positivo para España. Lo es por 2 motivos. En primer lugar porque las cantidades son prácticamente las que proponía la Comisión Europea, fundamentalmente hay un ligero cambio entre la cantidad que va a fondo perdido y la que será crédito. Y en segundo lugar es tranquilizador para los que no confiamos ni en este Gobierno ni mucho menos en su gestión porque estas ayudas van a estar ligadas a reformas supervisadas por Europa, condición que da al traste con muchos de los planes de la parte comunista y más radical del Gobierno.
Pero lo que no cuenta Pedro Sánchez es que ha perdido un 10% de las ayudas destinadas a la agricultura (PAC), lo que supone 5.000 millones de € menos para el sector. Un duro golpe a nuestro campo si también tenemos en cuenta que el capítulo de desarrollo rural del Fondo de Recuperación se ve menguado en un 50%, de 15.000 millones previstos en la propuesta de la Comisión Europea a 7.500 millones.
La palabra final no se ha dicho pues todavía este acuerdo ha de ser refrendado por el Parlamento Europeo, cuyo resultado es imprevisible habida cuenta de que más de la mitad de sus miembros no pertenecen a partidos de gobierno por lo que pueden verse tentados y aprovechar para hacer demagogia.
En fin, confiemos en que el acuerdo salga adelante y esperemos que el Gobierno, sus miembros más ortodoxos, presenten lo antes posible los planes de inversión y de reformas que pide Bruselas para dar luz verde a las ayudas. Que terminen ya con esta dejadez y actúen con responsabilidad, porque de estas ayudas depende el inicio de recuperación de España y el futuro de los españoles.
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