Sánchez cena con Biden en la OTAN y come con Podemos en Moncloa
El Partido Popular ha forzado en el Congreso de los Diputados una votación para retratar las posiciones de las dos partes del Gobierno en relación sobre el pacto militar suscrito dentro de la OTAN (elevar el gasto en Defensa hasta el 2% del PIB para 2029) y el acuerdo alcanzado con EEUU para que aumente de dos a cuatro los destructores que ya tiene en la base naval de Rota (Cádiz). El resultado ha sido el esperado: la brecha en el Ejecutivo de coalición es gigantesca: los socialistas (a favor) y los podemitas (en contra). Luego vendrán con la matraca de que las discrepancias responden a las distintas sensibilidades de dos formaciones con diferentes puntos de vista y con la monserga de que el posicionamiento contrario de uno y otro no dificultan la acción de Gobierno.
Lo que no tiene pase -y esa es la gran cuestión de fondo- es que una democracia como España tenga que soportar que una formación como Podemos, de marcado carácter antiatlantista y antimilitarista y más próxima a las tesis de Moscú por mucho que ahora lo disimulen, se haya erigido en oposición al Gobierno desde el propio Gobierno del que forman parte, porque eso, en asuntos de calado como este, es sencillamente inaceptable. Lo que está pasando en el Gobierno de España es imposible de entender en las cancillerías internacionales.
Al final, el Gobierno socialcomunista saltará por los aires: todo es cuestión de tiempo, pero en tanto llega ese momento, las peleas irán adquiriendo mayor intensidad. Al PSOE y a Podemos no les mueve el interés nacional, sino su propio interés, por lo que el Pedro Sánchez, anfitrión de la cena con los líderes de la OTAN en el Museo del Prado, será mañana el Pedro Sánchez, que sigue gobernado con Podemos mientras pacta con los proetarras de Bildu y los golpistas de ERC.
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