Opinión

Sánchez cae del guindo y no estirará la legislatura hasta 2024

La intención del presidente del Gobierno ha sido la de posponer las próximas elecciones generales hasta 2024 -una manera, eso creía él, de ir ganando tiempo para recuperar todo el apoyo electoral perdido- a través de un atajo de dudoso encaje legal. Tan dudoso que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, parece haber convencido a Pedro Sánchez de que su propósito provocaría un conflicto legal que terminaría por volverse en su contra. Y es que Sánchez puede proponer la disolución de las Cortes y fijar la fecha de las elecciones, pero con limitaciones. Sólo puede hacerlo hasta el vigésimo quinto día anterior a la fecha de expiración del mandato de las Cámaras, en este caso el 16 de octubre de 2023. Si Sánchez no disuelve antes de ese día, la fecha de las elecciones no podría irse más allá del 10 de diciembre de ese año. Se ponga como se ponga.

Sánchez, sin embargo, ha pedido informes que avalaran su intención de posponerlas a enero de 2024, pero la más favorable de las interpretaciones para sustentar los deseos del presidente termina por darse de bruces con la ley. De modo que Sánchez, por recomendación de su ministro de Presidencia, parece que se ha rendido a la evidencia. Las elecciones, pues, tendrán como tope el 10 de diciembre del próximo año, porque irse más allá es meterse en un lío legal de imprevisibles consecuencias.

Y es que, además de la ley, también juega en contra de Pedro Sánchez el paso del tiempo. Si hasta hace nada se creía capaz de jugar con el año y medio que queda por delante hasta las elecciones para invertir el rumbo de las encuestas, hoy ya sabe que eso no funciona, porque cada mes es peor que el anterior. Con España a la deriva, Pedro Sánchez no encuentra la manera de recobrar la figura. Es como un piloto suicida. Las elecciones serán en 2023 y no en enero de 2024. En cualquier caso, esto se está haciendo insoportablemente largo.