Un Rey para 40 años más
Felipe VI es una garantía de estabilidad ante el populismo totalitario de Podemos y la falta de identidad del actual Partido Socialista. Como ya hiciera en el inicio de la XII Legislatura, su discurso en el Congreso de los Diputados ha sido impecable tanto en el fondo como en las formas. Insistiendo con acierto en la necesidad de permanecer unidos, el Rey ha incidido también en la necesidad de cuidar el patrimonio social que se asienta sobre la Constitución de 1978. Un espíritu que nos retrotrae a aquellas primeras elecciones democráticas de hace 40 años. El valor principal de entonces fue la concordia. Combustible imprescindible para que el vehículo del Estado echara a andar. Ya lo dijo Adolfo Suárez, arquitecto principal de la nueva España: «La concordia fue posible». Y gracias a aquella voluntad de unión y esfuerzo, nuestro país pudo desprenderse de las telarañas que habían dejado cuatro décadas de dictadura.
Tras aquella época de represión y falta de libertades, la Monarquía parlamentaria fue luz sobre la oscuridad. De ahí que, a pesar de los errores inherentes a cualquier época histórica, haya que valorar en su justa medida el trabajo que comenzó Juan Carlos I, pionero junto al propio Suárez o Torcuato Fernández-Miranda —por citar algunas de las figuras más representativas— de la democracia en nuestro país. Felipe VI demuestra discurso tras discurso, comparecencia tras comparecencia, año tras año, que es el jefe de Estado idóneo para la nación en el siglo XXI. Un monarca para los próximos 40 años. Referencia para la unidad de España.
Nuestro país necesita ahora —quizá más que nunca bajo la amenaza de los golpistas catalanes— que los representantes políticos estén a la altura de aquéllos que hicieron posible que hoy disfrutemos de un sólido sistema de derechos y libertades. Un sentido de Estado que como suele ser habitual en este tipo de eventos no ha demostrado Podemos. Despreciar al Rey y al himno habla de un partido obsesionado por la división y la revancha. Sin embargo, lo más preocupante es el comportamiento del actual PSOE. Es una pena comprobar cómo un partido tan importante para la estabilidad de España da continuidad a las ocurrencias de los populistas. «Elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es plenamente normal», dijo Adolfo Suárez en su primer discurso televisivo el 9 de junio de 1976, anunciando así los albores del proyecto político que ha llegado hasta nuestros días. Esperemos que haya quién siga su legado y que Podemos se entere de una vez por todas de que los espectáculos son para el cine, el teatro… o el circo.