La renuncia de Doña Pilar a ser enterrada en El Escorial, un gesto acorde con su carácter
La decisión de doña Pilar de Borbón antes de morir de no ser enterrada en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial, que alberga los restos mortales de los hijos de los Reyes españoles, marca un punto de inflexión en lo que han sido las normas tradicionales de la Familia Borbón a la hora de la muerte de sus integrantes. Cuando se anunció, por parte de la familia de doña Pilar y más tarde en una notificación del Palacio de la Zarzuela, que el velatorio de su cuerpo se iba a realizar en su domicilio particular y en la más estricta intimidad, se daba un paso importante en las normas que regulan a los integrantes de los descendientes de la realeza española.
Como hija del Rey Juan III, un título que se reconoció tras su muerte al Conde de Barcelona y motivó que fuera inhumado en el Panteón de Reyes del Monasterio del Escorial, Pilar de Borbón podía haber sido enterrada con todos los honores que corresponden a una hija de rey. Pero ella, que mantuvo su rango de Infanta aunque renunció a sus derechos sucesorios al casarse por amor con Luis Gómez-Acebo, aristócrata pero no miembro de la realeza, debió pensar que tras su muerte prefería que sus cenizas estuvieran junto a los restos mortales de su marido y no en una de las frías estancias que albergan las tumbas de mármol o alabastro que guardan los restos mortales de los hijos e hijas de reyes por los siglos de los siglos.
El gesto de la hermana mayor de don Juan Carlos, que no pudo ser reina por ser mujer y tener los hombres la prevalencia a la hora de ser los sucesores a la Corona de España, de renunciar a la pompa y boato de unos funerales de Estado, dice mucho del carácter espontáneo y campechano de la Infanta. Una mujer que prefirió ayudar a su hermano en todo lo que fuera preciso para ser un buen monarca y contribuir como ella pudiera a mantener el prestigio de la institución de la monarquía. Siempre habló bien de la Familia Real y mantuvo con don Juan Carlos y con su hermana la Infanta Margarita una relación de afecto entrañable que los tres conservaron a lo largo de su vida. Los hermanos fueron una piña y siempre mantuvieron un recuerdo imborrable del hermano menor, don Alfonsito, fallecido en un desgraciado accidente al disparársele a don Juan Carlos una pistola con la que jugaban en su residencia de Cascais “Villa Giralda”.
El actual monarca ha aceptado la voluntad de su tía Pilar y el resto de su familia de que las exequias de doña Pilar tuvieran un carácter estrictamente privado. Pero, al mismo tiempo, el Palacio de la Zarzuela ha anunciado que en fecha próxima, aún sin fijar, se celebrará un solemne funeral por el eterno descanso de su alma en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
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