El Real Madrid es la verdad histórica

Real Madrid

Es, quizá, el mito por antonomasia dentro de los círculos deportivos. Aficionados de varios equipos coinciden en señalar a causante y beneficiado de una de las mayores mentiras futbolísticas de todos los tiempos: la supuesta ayuda que el régimen del dictador Franco propiciaba al Real Madrid año tras año, partido tras partido, victoria tras victoria. Y lo hacen sin más datos que la costumbre de repetir, como ya aconsejaba Goebbels, el mismo mantra cada vez que el agravio aparece, la derrota escuece o simplemente porque les da la gana hacer apología de antimadridismo constante.

En Cataluña hace tiempo que consideraron la comisión de delitos como la distancia más corta para que la ley te proteja. Se trate de política o de fútbol, sentada la burguesía económica en el palco del Camp Nou o en el sillón presidencial de la Generalitat, viven con comodidad el pecado en una tierra inmune al desaliento, porque hacen de la fechoría el perfecto retrato costumbrista. Llevan desde Cambó con el chantaje como moneda oficial de curso legal, consentido y amparado desde el odiado Madrid, a los que une algo más que el hilo corrupto del poder. Nunca ha sido el Barça más Cataluña ni Cataluña más el Barça que ahora: golpean al Estado de derecho con la misma saña con la que un leñador canadiense amansa los troncos.

Estos días, a cuenta del enésimo desfalco moral de la institución favorita de todos los gobiernos centrales, y cuyos dirigentes -todos- han sido juzgados e incluso alguno, fue inquilino de prisión, se activa la propaganda inversa del ignorante que ha vivido y sigue viviendo de la envidia, el rencor y el mito. Hoy pululan por los programas de televisión correveidiles de la mentira alimentando sucesos históricos que en nada obedecen a lo que ocurrió en realidad. Un bufón del cotilleo, de nombre aliterado e inteligencia limitada, conocedor de su ignorancia irrevocable, llamó asesinó a Santiago Bernabéu desde sus redes sociales, cometiendo un delito que la familia del ex presidente del Madrid y el propio club no deberían dejar pasar por alto. Hay personajes que se permiten decir eso porque viven de la impunidad oficial impuesta desde hace décadas, y mientras esputan su victimismo, azuzan a su bien entrenada tropa de mariachis palmeros, con la trola implantada en la psique colectiva de que Franco era del Madrid.

El Barcelona fue el equipo del régimen, que no de los militares. Ese estatus lo ostentó el Atlético Aviación, hoy Atlético de Madrid. El franquismo, en su política de tener contenta tanto a Cataluña como a Vascongadas, privilegió económicamente a aquellas regiones en detrimento de otras. Las élites de Cataluña, hoy entregadas al independentismo, salían a recibir al dictador con la misma euforia con la que hoy cantan Els Segadors mientras se enriquecen a costa del Estado y la nación que odian. Lo importante para ellas es trincar, no importa de quién ni para qué. La burguesía catalana siempre fue dictadora de su bolsillo.

Al Barcelona no le asesinó el franquismo ningún presidente. En plena guerra civil, no en la dictadura, Josep Suñol, en un error personal y fatal, acabó en trinchera equivocada creyendo que estaba en la correcta. Y le dieron matarile. ¡Era una guerra, desinformados! Sin embargo, el FC Barcelona construyó un campo nuevo gracias a los favores del gobierno de Franco, que recalificó a fondo perdido los terrenos de Les Corts. Mientras, el estadio Santiago Bernabéu fue costeado en su totalidad, con avales personales, por los socios del Real Madrid. El Barcelona condecoró, por iniciativa propia, tres veces al dictador (Agustí Montal era un ferviente defensor del régimen) en agradecimiento al cariño y los servicios prestados, seguramente. Bernabéu, como presidente del Real Madrid, no sólo se negó a ello, sino que era conocida su animadversión al propio Franco.

Estos son sólo algunos ejemplos que avergonzarían la decencia de cualquier ciudadano, salvo que seas un súbdito del nacionalismo político o del nacionalculerismo deportivo. Si hablamos de títulos y connivencias de negreiras franquistas con el Madrid, sólo añadir que de los primeros catorce años que hubo Liga tras el final de la contienda fratricida, es decir, en los peores años del régimen, el Madrid ganó la friolera de cero campeonatos. Cero. El Barcelona, cinco. No hay argumento que soporte la campaña de Laporta y acólitos, ni de esos comentaristas a sueldo de la ignominiosa trola ya desmontada. Al Madrid le cambió su historia Di Stéfano y Bernabéu. Al Barcelona le mantuvieron con vida Franco, el régimen, las élites nacionalistas catalanas y, sobre todo, el mito y la mentira purulenta, que aún hoy perduran.

Por todo ello, el vídeo del Real Madrid fue una pertinente respuesta a tanto grito desbarrado y tanta mediocridad ignorante que, desde hace décadas, el antimadridismo impone en las tertulias de bar. Un homenaje a la verdad histórica en solo cuatro minutos desató las iras de quien no ha leído un libro de historia desde que nació y vive de lo que otros le han contado o exigido que diga. Más de cien millones de personas en todo el mundo ya lo han visto, conscientes de que la verdad histórica la representa un club forjado a golpe de leyenda, pasión y remontadas épicas y no la que otro, en su victimismo rencoroso, ha diseñado a golpe de transferencia bancaria a los dueños del cortijo, se llame régimen franquista o comité técnico de árbitros.

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