¿Quién decía que Podemos no tiene nada que ver con Maduro y Chávez?
El hundimiento de Venezuela es uno de los grandes fracasos políticos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Baste recordar que hablamos de la mayor ola migratoria que ha vivido la convulsa Latinoamérica en los últimos cincuenta años. Sólo hasta la vecina Colombia se han desplazado más de un millón de venezolanos, que han huido de su país natal acosados por el hambre, la falta de medicinas y una inseguridad rampante, con cifras de homicidios similares a una guerra. La Venezuela anterior a Hugo Chávez no es que fuera un prodigio de calidad democrática, pero ese experimento llamado Socialismo del Siglo XXI ha resultado nefasto en todos los órdenes, generando una crisis humanitaria sin precedentes en la región.
La causa primera de esta situación hay que buscarla en Cuba. Tras la caída del Muro de Berlín y el hundimiento de la Unión Soviética, Fidel Castro comenzó a reformular todo su proyecto ideológico y geopolítico para subsanar el aislamiento internacional al que parecía condenado su régimen comunista. Hay que reconocerle al dictador, como en tantas ocasiones previas y posteriores, el éxito de su empeño. El ya mencionado Socialismo del Siglo XXI -síntesis de marxismo, nacionalismo revolucionario, populismo caudillista e indigenismo-, comenzó a exportarse desde La Habana con distinto éxito. Venezuela, con el coronel Hugo Chávez al frente, ha sido el país donde cuajó con mayor fuerza. Curioso: cada vez que un Estado implanta el proyecto marxista de teórica igualdad y libertad, la gente no tarda en huir en masa. Muchas de las grandes hambrunas y estampidas de refugiados del siglo XX y del XXI –Rusia, Ucrania, China, toda Europa del Este, Corea, Camboya, Vietnam, Cuba, etc.– son pueblos enteros sufriendo y escapando de marxismo.
Hasta hace escasos meses los líderes de Podemos mostraban apoyo público a Chávez y Maduro. Son conocidos sus múltiples viajes al país caribeño para prestar asesoramiento político y estratégico, y de paso recibir financiación ilegal con la que implantar ese modelo a España. Pero cuando el colapso de la dictadura de Maduro ha sido palmario, no han tenido reparo en mostrar un aparente distanciamiento. Pablo Iglesias incluso reconoció que “hay cosas en las que me equivoqué” y que “rectificar en política está bien”. Compartimos las palabras del líder podemita. El único problema es que cuesta creer en ellas cuando Aida Serrano, candidata de Podemos al 28-A, acaba de organizar una charla en la Universidad de Valencia a favor de la dictadura de Maduro. Rectificar es de sabios. Animamos a perseverar.