¿Qué esperar de 2020 en la esfera internacional?

¿Qué esperar de 2020 en la esfera internacional?

Si hubiera que utilizar una palabra para definir los acontecimientos de la escena internacional en el 2020 esa sería “imprevisibilidad“. El año que ahora está apunto de terminar ha marcado algunas tendencias que van a seguir agudizándose a lo largo del próximo ejercicio. Por ejemplo, a nivel europeo nos vamos a encontrar con un choque constante entre los defensores de una cesión mayor de soberanía a Bruselas frente a aquellos que quieren conservar una mayor soberanía individual en los estados miembros. El primer capítulo, y poco novedoso, con el que arrancaremos 2020 será la culminación del divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea.

Hace unos meses, y tras la sucesivas prórrogas solicitadas desde el parlamento Británico a la Unión Europea, parecía que el Brexit iba atravesar una eterna senda tortuosa. Sin embargo, la victoria aplastante de los conservadores con Boris Johnson a la cabeza de hace apenas 15 días despejó cualquier duda. La parte más negativa del Brexit tendrá lugar a través del mantenimiento de la cohesión interna y de la propia identidad nacional del pueblo británico en los próximos años.

El despertar nacionalista en regiones como Irlanda del Norte o Escocia deberán ser tratados con sumo cuidado por los líderes políticos europeos dado que cualquier mensaje emitido será utilizado torticeramente y en su propio beneficio en las reivindicaciones separatistas de otras regiones, como es el caso de los independentistas en Cataluña. España como Estado se jugará mucho su credibilidad en 2020 ante el resto de socios internacionales si no es capaz de articular un mensaje claro, coherente y serio en defensa de una posición unitaria desde el próximo gobierno y, desde luego, un Ejecutivo respaldado por Bildu o ERC contribuirá bien poco a este fin.

El fantasma de nuevas elecciones ni se ha terminado de ir en España, ni parece que se vaya ir de otras zonas del continente europeo, como es el caso de Italia, o en el caso de una gran potencia como Estados Unidos. Las elecciones al otro lado del Atlántico previstas para noviembre 2020 pueden suponer el mismo efecto de divorcio con Europa que las elecciones británicas han materializado recientemente.

Pese a lo que digan los medios de comunicación mayoritarios en Europa, siempre más próximos a los demócratas estadounidenses, la victoria de Donald Trump es cada vez más factible. Las últimas encuestas muestran un aumento del apoyo al mandatario pese al procedimiento de destitución,“impeachment”, iniciado por la mayoría demócrata en la cámara de representantes.

Vivimos años en los que se está revigorizando la figura de los estados-nación en el mundo. Curiosa paradoja la que se produce en España o en Gran Bretaña. Las grandes potencias así lo demuestran en el día día de sus políticas y solo la Unión Europea permanece como único reducto de la cooperación interestatal, aunque siempre a favor de Francia y Alemania. Dado que el grado de cooperación se va estrechando en un mayor número de facetas como es el caso de la seguridad y defensa (Rusia y Estados Unidos están revocando desde hace tiempo los conocidos acuerdos que pusieron fin a la Guerra Fría), en el ámbito del medio ambiente o en el ámbito de la cooperación económica (las ‘guerras económicas’ y la supresión de la Corte de Arbitraje en la Organización Mundial del Comercio son ejemplo de ello), conseguir avances a través de la cooperación en otros ámbitos va a ser materia muy compleja.

El año 2020 supondrá con toda seguridad el décimonoveno aniversario de la Guerra de Afganistán, la guerra interestatal más larga de la historia de los Estados Unidos y camino de convertirse en una de las más largas desde los tiempos de la Revolución Francesa. Para poder contextualizar este hecho hay que pensar que las nuevas tropas estadounidenses y de otros países de la OTAN allí enviadas están compuestas por jóvenes que ni siquiera habían nacido cuando se produjeron los ataques a las Torres Gemelas.

Hong Kong, Oriente Medio y América Latina serán centros de atención importante por los movimientos de convulsión interna que viven y muchas veces dirigidos desde el exterior. Dos acontecimientos, pondrán presumiblemente la nota positiva y de optimismo al ejercicio que va a arrancar en los próximos días: los Juegos Olímpicos de Tokio y la Eurocopa. Dos eventos donde la diplomacia deportiva jugará un papel fundamental para acercar a líderes y dirigentes políticos en un ambiente más distendido. Así lo espero.

Lo último en Opinión

Últimas noticias