¡Qué cutre todo con Sánchez!

Pedro Sánchez

Pocos discutirán que Pedro Sánchez es alto, guapetón y con buena planta. Un tipo que parece atractivo y seductor, hasta que lo conoces. Porque enseguida que te acercas a él, Sánchez va perdiendo ese atractivo que no es más que fachada. El presidente del Gobierno es como una puerta de contrachapado de mala calidad barnizada con mucho brillo que, si la miras de lejos, parece de madera buena, pero en cuanto te acercas no necesitas ni tocarla para darte cuenta de que todo es más falso que una moneda de cartón. Recuerdo aquella fotografía que se hizo nada más estrenarse en el Falcon imitando a John F. Kennedy con las Ray-Ban puestas y no puedo evitar torcer el gesto en una mueca de desagrado que se acerca mucho al asco que provoca saber que todo en Sánchez es pose y fingimiento.

Es muy cutre pagarse los estudios en una universidad privada y luego pretender prohibirlas para los demás. Tanto como agenciarse un título de doctor con una tesis doctoral plagiada que, encima, te la han hecho otros. Como otros le han escrito ese Manual de Resistencia al que él sólo pone su nombre, su foto y su enorme ego. Todo desde el principio siempre ha sido cutre en Pedro Sánchez, pero el grado de cutrez ha llegado ya a niveles insoportables con los detalles que vamos conociendo de los casos de corrupción de su hermanísimo, la Begoña, la Jésica, el Koldo, la Miss Asturias y la furgoneta llena de prostitutas por su mano derecha, un José Luís Ábalos nacido en Torrente, provincia de Valencia. No podía haber nacido en otro sitio que nos recuerde más al personaje creado por Santiago Segura con el sobrenombre de «el brazo tonto de la ley», como no podía ser de otra manera.

No me digáis que no son cutres los orígenes de la fortuna familiar de Begoña Gómez, con unos locales comerciales y unos apartamentos alquilados a Muface por un precio de chollo donde explotaban una sauna gay que, según el comisario Villarejo, era una buena fuente de información para asuntos relacionados con «el negocio putero en España». El suegro de Sánchez hizo fortuna con este tipo de establecimientos y luego el presidente del Gobierno se arrima a ese tal Koldo que había trabajado como portero de un club de alterne de Pamplona, lo convierte en el guardián de sus avales para presentarse a las primarias del PSOE y luego lo coloca con su ministro de Transportes y secretario de organización del PSOE, José Luís Ábalos, que a su vez usa a Koldo para que le maneje la agenda de las fulanas que se lleva en una furgoneta a destrozar la suite del Parador de Teruel… todo igual de cutre.

Leemos en el informe de la UCO de la Guardia Civil que esa tal Jésica, que aparecía en los catálogos de prostitutas que manejaba Koldo, decía que «yo no tengo ni puta idea de lo que se hace allí», cuando le preguntan por la empresa en la que Ábalos había conseguido que le pagasen un sueldo sin ir a trabajar. Y se nos viene a la memoria el vídeo en el que el hermanísimo de Pedro Sánchez le dice a la juez que le investiga que no sabe ubicar donde se encuentra su puesto de trabajo y hasta le cuesta explicar qué es esa Oficina de Artes Escénicas que supuestamente él dirigía. Igual de difícil que le debe resultar a Begoña Gómez, la hija de Sabiniano, el de las saunas, explicar cómo es posible que le dejaran dirigir una cátedra universitaria sin haber estudiado ella en ninguna universidad. Todo es igual de cutre alrededor de Sánchez porque en realidad él es así de mugriento y cochambroso. Aunque quiera parecer un actor de Hollywood, el auténtico Torrente de esta película, es Pedro Sánchez.

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