Candilazos

¿Qué conspiración, Calvo?

¿Qué conspiración, Calvo?
Segundo Sanz

El archivo provisional de la causa del 8-M por parte de la juez Rodríguez-Medel, que no es definitivo como exigían la Abogacía y la Fiscalía del Partido Socialista, ha desmontado de un plumazo la teoría conspirativa que lanzó la egabrense de moda, Carmen Calvo, contra la oposición la pasada semana. «¿En qué andan? ¿En qué andan?», le lanzó a las bancadas de PP y Vox tirando de política fake. Una grave acusación con la que Progrewoman hizo de altavoz de esa extrema izquierda que ve golpistas en la Guardia Civil, corruptos en la Policía Nacional, forenses supremacistas y jueces fascistas en una supuesta conjura para derrocar al Gobierno.

¿Qué conspiración, Calvo? La mamarrachada sirvió a la Vicevogue para desviar la atención sobre lo que realmente amenaza al sistema democrático que compartimos. El sanchismo sí que está urdiendo un golpe blando al Estado de Derecho al poner a instituciones judiciales y a altas esferas policiales al servicio de sus intereses. En el caso del 8-M ha quedado más que acreditado, no sólo con la purga de Marlaska en la Guardia Civil, sino también con el papel desempeñado por Álvaro García Ortiz, número dos de la Fiscalía general que ha supervisado al detalle el escrito elaborado por sus subordinados.

Hoy en día no hace falta tener el carné de un partido para militar como lo hacen Dolores Delgado y García Ortiz, que no tienen las togas manchadas del polvo del camino sino enlodadas de barro ideológico hasta las ingles. La misma que aseguraba «éxito garantizado» a la «información vaginal» de Villarejo ha sido la ministra socialista más reprobada por las Cortes en democracia. Y su lugarteniente, el que fuera fiscal del caso Prestige, llegó a participar en un acto de los socialistas gallegos para la elaboración de su programa electoral. De Baltasar Garzón a García Ortiz, qué debilidad tienen los amigos de Delgado por el puño y la rosa… Y por bailar sobre la cuerda de la prevaricación. Bueno, el primero está ya condenado.

La pieza del 8-M que instruía la juez Rodríguez-Medel estaba viciada en origen por ir dirigida contra el delegado del Gobierno, el socialista Franco, y no contra la cúpula del CCAES, el centro de alertas de Fernando Simón y Pilar Aparicio, otra que fue en las listas del PSOE, por no lanzar la voz de alarma cuando debieron. O cuando pudieron, porque tal vez las presiones del Ejecutivo sociopodemita para no frenar España hasta el feminista 8 de marzo, bomba biológica que disparó los contagios por coronavirus, fueron tremendas. Estas cuestiones serán las que habrá que investigar en las piezas contra Simón y contra el Gobierno en distintas instancias judiciales. Qué casualidad que ahora que la depuración de responsabilidades penales apunta a Simón, la ultraizquierda del Pásalo lo quiere convertir en icono pop, en otro TrapHero. Veremos si también acaba en el banquillo.

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