Puigdemont lleva a todos los españoles al precipicio
Carles Puigdemont ha despreciado todas y cada una de las ofertas que con firmeza pero con mano tendida ha recibido por parte del Gobierno. El presidente de la Generalitat será recordado como el golpista que quiso sumir España en la ruina. Un pirómano de la política cuyas ansias por destrozar el mejor régimen de nuestra historia nos han llevado hasta el borde del precipicio. Sus veleidades, el golpe de Estado que se escenificó el pasado 1 de octubre —que tendrá continuidad con una más que probable Declaración Unilateral de Independencia (DUI)— están dañando la recuperación económica que tanto nos costó obtener, la paz social a un lado y al otro del Ebro y, en general, la prosperidad que debería caracterizar tanto a un país como a una comunidad autónoma del primer mundo. De no ser por la acción del Ejecutivo, que da por hecho la aplicación irremediable del artículo 155 de la Constitución, la situación sería trágica.
La gestión suicida del Govern ha provocado que más de 1.300 empresas abandonen Cataluña. Entre ellas, CaixaBank, Banco Sabadell, Abertis, Gas Natural Fenosa o Planeta. Santo y seña de nuestra economía pero también de nuestra imagen exterior, seriamente dañada por el desafío secesionista. Desde el 1-O han volado de Cataluña 100.000 millones de euros y, lo que es peor, la inseguridad jurídica espanta a los potenciales inversores. De proseguir esta sangría en el contexto incierto que nos contempla, el Producto Interior Bruto español podría caer en 1,2 puntos. Da rabia y genera impotencia pensar en todos los sacrificios que tuvieron que hacer los españoles durante los años de la crisis como para que ahora nuestro liderazgo europeo en crecimiento económico se vaya al traste por una recua de golpistas que han despreciado todas las ofertas que les han llegado desde el Gobierno con el objetivo de solucionar esta grave crisis sin dañar el mayor activo que compone nuestro país: los ciudadanos.
El Ejecutivo encabezado por Mariano Rajoy hace bien en centrar la aplicación del artículo 155 en tres aspectos tan acuciantes como la Hacienda catalana, Comunicaciones y Mossos. Las cuentas son fundamentales para recuperar el equilibrio. Si por algo se ha caracterizado la Cataluña independentista, Govern tras Govern, ha sido por dilapidar el dinero que le otorgaba España. De ahí que el control total de los números por la parte estatal sea imprescindible. El ámbito del Centro de Telecomunicaciones también es muy importante para evitar cualquier tipo de sabotaje y, por supuesto, la Seguridad. El control de los Mossos es perentorio, más si cabe tras ver el comportamiento sedicioso de sus mandos desde los días previos al referéndum ilegal. Será la única forma de asegurar el orden constitucional y, de esa manera, parar la locura independentista de Carles Puigdemont antes de que arroje a los catalanes y, por ende, a todos los españoles por un precipicio del que sea imposible salir.