Primera vuelta para el final del sanchismo

sanchismo

Cuando se publique este artículo en la tarde del viernes, los partidos estarán cerrando la campaña electoral de estas elecciones municipales y autonómicas, que servirán como orientación de por dónde va la tendencia política en España, ya que aunque los resultados son del todo extrapolables -en los municipios, se vota más por los candidatos que por las siglas, en muchos casos, y también se presentan muchos partidos locales que en las generales no lo hacen, especialmente en el ámbito del centroderecha- sí que sirven como dicha orientación al ser unas elecciones, las municipales, de carácter nacional.

Por eso, son unas elecciones muy importantes para España, porque se podría decir que es la primera vuelta para que se produzca el final del sanchismo, que tantas turbulencias políticas, sociales y económicas está provocando, en un Gobierno de coalición con la izquierda más radical, un PSOE desdibujado, que ya no es socialdemócrata en su versión sanchista, asumido por el resto de dirigentes socialistas que se presentan a las elecciones, que no hacen nada por evitar la deriva del sanchismo, y una desesperación para atraerse votos a su causa a golpe de anuncios electorales que recuerdan, como decía el otro día, a una suerte de caciquismo del siglo XXI.

En ellas, y pese a que los votos no sean del todo extrapolables por los motivos antes citados, que, en esta ocasión, podría hacer que el PP obtuviese un resultado algo inferior al que obtendría en unas generales, dada la existencia de esos pequeños partidos locales y de la diferenciación que algunos candidatos socialistas puedan hacer respecto de Sánchez, el PP parece que ganará las elecciones municipales.

Esa victoria ha de ir acompañada del mantenimiento y refuerzo de los lugares en los que gobierna ya, como Madrid, tanto ayuntamiento como comunidad, o Murcia y Zaragoza, y la obtención del gobierno en otros lugares, especialmente en Valencia -ayuntamiento y comunidad-, con la posibilidad cercana de lograr el Gobierno en Aragón y Cantabria y la no descartable opción a gobernar en Extremadura y Castilla-La Mancha.

Es difícil un resultado como el de mayo de 2011, porque existen dos partidos en el ámbito del centroderecha y eso hace perder rotundidad al resultado, pero la tendencia sí que puede ser imparable. Un objetivo deseable para el PP sería uno en el que Feijóo pudiese aparecer con un mapa de España plagado del logo del PP, como Aznar pudo hacer en mayo de 1995, con ese mapa lleno de gaviotas y decir, entonces, «hoy hemos subido el penúltimo escalón hacia La Moncloa».

Es esencial, para lograr la derrota de Sánchez y del sanchismo dentro de unos meses, que el PP se imponga y que el centroderecha pueda gobernar en la mayoría de las capitales de provincias, diputaciones y comunidades autónomas. España se juega mucho, desde la economía hasta posibles amenazas de ataque al régimen de Monarquía constitucional que tenemos por parte de partidos amigos del Gobierno o, incluso, de algunos miembros del mismo, así como el enfrentamiento que el Ejecutivo trata de incentivar con la especie de enmienda a la totalidad a la Transición que supone esa ley de memoria democrática, que ni es memoria ni es democrática, sino rencor y odio sesgados.

Los electores deben valorar bien su decisión, porque si quieren el final del sanchismo todo voto es indispensable para que se produzca un claro resultado de cambio político que haga arrollador el cambio de finales de año en las elecciones generales.

Lo último en Opinión

Últimas noticias