PP vs PSOE: hechos son amores

PP vs PSOE: hechos son amores

Deslumbrada está la gente con el nuevo ejecutivo, donde lo peor es su jefe. Algunos hoy tenemos ciertas dudas. ¿Cómo gestionará tan brillante ejecutivo su quehacer diario?. Con 84 diputados y esos “aliados” que se ha buscado para empoltronarse, con un abanico que transita desde los antisistema de Podemos hasta los que siguen manteniendo delictivamente su pulso al Estado mediante la secesión del territorio de todos. Pero nos queda la memoria. No se trata de personas, se trata de ideas. No se trata de imágenes populacheras o de marketing político, se trata de hechos. Y los hechos nos invocan un panorama desolador cada vez que la política socialista ha tocado poder. No seré yo quien presuma de hooligan del Partido Popular, quien contradiga a aquellos que afirman que estamos ante la continuidad “socialdemócrata” del anterior gobierno popular, pero los hechos son tozudos, que no deben olvidarse.

La herencia que dejó Felipe González, mitificado y subido a los “altares de la historia”, es desoladora. Trece años de Gobierno y constantes casos de corrupción con el que los españoles desayunábamos casi a diario y con ministros no de peor imagen que la de los ahora vendidos. El primer gobierno socialista abandonó Moncloa con un 20,04% de paro, un 5,5% de déficit, una deuda de 360.000 millones de euros y una Seguridad Social en quiebra, con una presión fiscal de las mayores de nuestra historia reciente, cercana al 40 % por las subidas de impuestos. Como postre, España no cumplió ni uno solo de los cuatro criterios económicos fijados para entrar en la Comunidad Europea. Con el primer gobierno popular, capitaneado por José María Aznar, y en solo dos años, España superaba tres de esos puntos, y el cuarto tardó poco. El aznarismo recuperó la maltrecha economía de González.

En su primera legislatura, se creció más de un 3%, el déficit se redujo hasta el 0,3% y el paro bajó hasta el 13,6%, creándose más de 600.000 empleos nuevos. El traspaso de una economía en decadencia a una economía que crecía de manera imparable, finalizando dicho periodo con un crecimiento del 2,6% y un desempleo de poco más del 11 %. Se pasó de 12.626.700 de ocupados en el primer trimestre del 96 a 17.865.800 en el segundo trimestre del 2004. Y de nuevo un gobierno socialista, quizá con la mejor herencia posible, provocó que Zapatero dejara la peor de todas. Recogió una España con 2.227.000 de parados y la dejó en 4.910.200. Realizó el mayor recorte del gasto social en la historia, incrementó el pago del IRPF, se subió el IVA y el impuesto de Sociedades y legó una nación en recesión y al borde de la intervención por la Unión Europea. Y la derecha para apagar el fuego.

Recogido semejante desastre por Rajoy, su gestión, plagada de indudables borrones de blandenguería e incluso inacción, testa una España con la tasa de paro al 16%, creando cerca de 500.000 puestos de trabajo anuales, hasta dejar el número de parados en 3,7 millones. Es decir, una creación de empleo a ritmo del 3% y un déficit que ha ido progresivamente descendiendo hasta el cerrar el año pasado en el 3,07%, menos del objetivo indicado por los eurócratas de esa “Europa” tan lejana. El legado de unos y de otros. La España que recepciona Sánchez. A ver lo que devuelve. Dejemos las caras y perfiles a un lado. Hechos que no presagian nada bueno. El legado histórico de la izquierda en España es desolador, con independencia de las caras que se pongan. Su lucha contra las desigualdades ha desembocado siempre en crisis y pobreza. Es historia y de ella, aprendamos. Pero como dijo Benjamín Jarnés, novelista y ensayista español: “La Historia no es la maestra de la vida: nadie escarmienta”.

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