Podemos se come al PSOE
El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) deja una conclusión por encima de cualquier otra: Podemos se ha comido al PSOE. Según la encuesta política más importante que se hace en España, de celebrarse hoy unos nuevos comicios, la formación de Pablo Iglesias y sus confluencias se situarían por delante del partido encabezado por Pedro Sánchez. La formación morada es, por tanto, la referencia actual del electorado de izquierdas a pesar de las investigaciones policiales que sitúan sus fuentes de ingresos en la dictadura teocrática de Irán y en el régimen opresor de Venezuela.
Un crecimiento, a pesar de su financiación ilegal, que está alimentado principalmente por la bajada de 1,5 puntos que han experimentado los socialistas, víctimas de las tribulaciones de Sánchez. Un líder menguante, sobrepasado por los acontecimientos e incapaz de establecer una hoja de ruta que lo presente como un hombre de Estado. Además de sus coqueteos con nacionalistas de todo pelaje, geografía y condición, está la pueril sensación de connivencia con las críticas despiadadas que le lanzan desde el partido podemita. A veces, incluso, en forma de desprecio. Ni siquiera la constante tutela por parte de los barones de su partido, que muestran la contundencia dialéctica que le falta al madrileño, consigue conferirle cierta pátina de solidez.
Podemos se siente fuerte merced a este contexto. Por un lado, no tiene ninguna rémora para seguir con su ponzoñosa demagogia a nivel estatal y hace de la falsa empatía con los electores más desencantados una inagotable fuente de votos. Por el otro, tal y como ha reconocido Íñigo Errejón, a Podemos «no le iría mal» con unas nuevas elecciones gracias a su tendencia al alza, algo que los hará aún más duros y radicales en sus negociaciones. Por lo tanto, de no optar por un gran pacto con PP y Ciudadanos, Sánchez metería un siniestro Caballo de Troya dentro de su propio Gobierno.
La única salida para el socialista, más aún tras los primeros resultados del oráculo CIS tras el 20D, es reconsiderar la oferta de Albert Rivera, quien diariamente le recuerda que el mejor camino para él, para el PSOE y para España está en «un gran acuerdo» entre las fuerzas moderadas. Eso o echarse a un lado, renunciar a la investidura y dejar paso a un líder sólido —en este caso lideresa, Susana Díaz— que abandere la remontada del PSOE sin pasar por el desgaste de seis meses o un año que podrían acabar en Titanic socialista, un partido que ha sido uno de los trasatlánticos más importantes que ha dado la política en España y que ahora está en grave peligro por la deriva de su cabeza visible y la amenaza del populismo más recalcitrante.