Para Podemos hay corrupción buena, la suya
Basta Rita Maestre y su comparecencia de este martes por la tarde en el Ayuntamiento de Madrid para definir tanto a Podemos como a sus marcas blancas. La portavoz consistorial ha salido en nombre del Gobierno de Manuela Carmena para decir que apoyan «sin fisuras» la actuación de Carlos Sánchez Mato y Celia Mayer. Ambos ediles están imputados por prevaricación, malversación y delito societario. ¿Les suena este modus operandi? El mismo que podría tener cualquier partido de la «vieja política». Ahora Madrid nunca se ha comportado como la excepción que prometieron. Ni en esto ni en nada. Ante una imputación propia, cierran filas como si fueran hoplitas. Hoy como siempre, pero más que nunca, la formación que dirige la capital de España desprende ese aroma a intensa «casta» que tanto han criticado desde su aparición en la vida pública. Curiosa manera de luchar contra la corrupción: corrompiéndose.
Política hubo, hay y habrá siempre e inherente a ella va el ponzoñoso ejercicio de la demagogia. No obstante, los morados —ya sean de Parlamento o Consistorio— son tan expertos que merecerían entrar en el Guinness de los Récords. ¿Qué habrían dicho si en vez de estar imputados dos de los suyos hubieran sido políticos del Partido Popular? Imagínense las diatribas… Sin embargo, los podemitas tienen en la célebre Ley del Embudo su norma preferida: «Lo ancho para mí y lo estrecho para ti». Principio que acompaña a cualquier mal político que se precie. A pesar de que el código ético de Carmena es muy claro en su punto 1.4 —»renuncia o cese ante imputación de delitos de corrupción, prevaricación…»— la ejemplaridad, así como la trasparencia, ha quedado en mero papel mojado.
De hecho, esos principios de honestidad política están tan escondidos en su página web que resumen bien a las claras el fondo y la forma de esta formación. Una cosa es prometer sobre el escenario de un mitin o tras la pancarta de una manifestación y otra muy distinta cumplir lo prometido administrando el Gobierno de una ciudad. En numerosas ocasiones, y en el Palacio de Comunicaciones son paradigma, cuando los políticos entran por la puerta de las instituciones, los principios salen por la ventana. Carlos Sánchez Mato y Celia Mayer se pusieron el traje de justicieros para buscar posibles delitos en la relación entre Alberto Ruiz-Gallardón y el Mutua Madrid Open. Al final, tendrán que dar cuentas ante la justicia… Es de primero de política saber que no se pueden dar informes a dedo. Después pasa lo que pasa y aquí, como antes, como ahora y como siempre, no dimite nadie. Nueva y muy vieja política… Y mientras tanto, el PSOE de Purificación Causapié mira hacia otro lado. De una vez por todas deberían retirar el apoyo a una banda injustificable.